BEATO ALFONSO NAVARRETE
1617 d.C.
1 de junio
Los dominicos, llegados al
Japón en 1602, establecieron su campo de misión en la isla
de Kyóshó. Cuando llegaron ya se había promulgado el
edicto de persecución contra los cristianos, a pesar de las torturas
y los tormentos antes de la ejecución que practicaban los japoneses,
los misioneros católicos no se detienen. El primero que llegó
fue el madrileño padre el beato Francisco Morales, junto con otros
cinco dominicos que se asentaron primero en Koshiki y extendieron su campo
de acción por otras partes del Japón, fueron llegando nuevos
misioneros, y se fueron convirtiendo los indígenas. Gracias a la relativa
calma que hubo en primera década del siglo XVII fundaron las iglesias
de Kyoto y Osaka. Pero en 1616 se inició una nueva persecución
mucho más fuerte, y las cárceles se fueron llenando de misioneros
y cristianos indígenas. Por privilegio especial los dominicos encarcelados
podían admitir a la Orden, mediante la profesión, a cristianos
de probada fidelidad y de piedad; dado el fervor religiosos que se respiraba
en la cárcel, la cárcel parecía más un convento
que una prisión. Todos compartieron la oración y el testimonio
apostólico.
Alfonso Navarrete nació en Logroño en 1571. Ingresó
en los dominicos en el convento de San Pablo de Valladolid y trabajó
primero como misionero en Filipinas (1596) donde trabajó en la provincia
de Cagayán pero una enfermedad le obligó a regresar a España
para restablecerse; allí se dedicó a reclutar misioneros para
el Extremo Oriente. En 1611 fue enviado a Miyako, Japón, de ahí
a Nagasaki, de donde fue desterrado en 1614. Fue nombrado vicario provincial
y promovió la Cofradía del Rosario, que dio a la Iglesia numerosos
mártires, y la Hermandad de la Caridad para atender a los enfermos.
Se dice que convirtió al cristianismo a muchas personas. Se le conoció
como “el san Vicente de Paúl” del Japón, porque se dedicaba
a rescatar a los niños abandonados. En 1617 fue a Ômura, donde
predicó abiertamente el evangelio, por lo que fue detenido y llevado
de una parte a otra de la bahía de Ômura, hasta ser decapitado
en Tkashima junto al agustino Fernando de San José Ayala. Es
el protomártir de los dominicos en el Japón.