VENERABLE ANTONIETA MEO
1937 d.C.
3 de julio
Nació en 1930 y murió
en 1937, a los seis años y medio, luego de que le fue detectado un
osteosarcoma (cáncer óseo) en la rodilla, que una vez le fue
amputada la pierna, ya había hecho metástasis en todo el cuerpo.
Antonietta, niña muy alegre y profundamente espiritual, ofreció
sus dolores, como Jesús en el Calvario, por la conversión de
los pecadores, por las almas del purgatorio y por que no estallara la guerra.
Fueron muchas las cartas que le escribió a Jesús.
Antes de aprender a escribir se las dictaba a María, su mamá;
luego las redactaba de su puño y letra. Las últimas las firmaba
"Antonietta y Jesús". Detrás de las frases sencillas hay un
sorprendente contenido místico y teológico.
"Jesús, dame la gracia de morir antes de cometer un pecado
mortal", decía la pequeña en una de sus cartas. La infancia
de Antonietta fue tranquila y muy feliz. Tenía las ocurrencias típicas
de los niños de su edad. En el diario que escribió su mamá,
publicado por la asociación Apostolicam Actuositatem, cuenta cómo
Nennolina, l pasar junto al Coliseo Romano y le dijo "¡mira! ¡una
taza rota!".
Por su profunda fe y por la fe de sus padres, la pequeña
Antonietta fue inscrita a los 4 años en la sección pequeñitas
de la Acción Católica. En octubre de 1934 comenzó a
ir a la escuela materna de las hermanas Celadoras del Sagrado Corazón.
Le gustaba mucho ir a la escuela. Decía que al obedecer a sus profesoras
obedecía también al plan de Dios.
Las aventuras con sus compañeros eran divertidas, y al
mismo tiempo hablan de su espíritu. "Había un niño que
se llamaba Michelino. Siempre lo castigaban y ella le pidió a la maestra
que lo perdonara. 'Ve a ver a la directora', le dijo un día la maestra.
Y ella fue. La directora se conmovió y lo perdonó", recuerda
Margherita.
Sufrimiento con sentido
A causa del osteosarcoma, a Nennolina tuvieron que amputarle
la pierna izquierda el 25 de abril de 1936. Recuerda Margherita que sus padres
sufrieron al pensar cómo sería el dolor de la pequeña.
Al despertar Antonietta de la operación, su madre le dijo: "Hija:
Tú dijiste que, si Jesús quería tu mano, tú se
la darías. Ahora te ha pedido que le des tu pierna" y ella respondió:
"le he dado mi pierna a Jesús".
"La primera noche tras la amputación fue terrible", testimonia
Margherita. "Pero todos sus dolores los ofrecía. Hasta el punto de
que, cuando se cumplió un año de esta operación, ella
lo celebró muy contenta, porque era un año de ofrecimientos
a Jesús".
Meses después comenzó a ir a la escuela con una
prótesis de madera. En la noche de la Navidad siguiente hizo la primera
comunión. "Se arrodilló para recibir la primera comunión
y en la segunda y tercera misa de Navidad incluso se arrodilló", cuenta
Margherita.
A la pequeña le dolía mucho caminar, pero con
alegría repetía: "Que cada paso que doy sea una palabra de
amor". "Los medicamentos provocaban mucho dolor y ella se ponía pálida,
temblaba", testimonia Margherita.
El 22 de mayo de 1937 Antonieta tuvo que interrumpir la escuela,
debido a que el tumor le había hecho metástasis. Entró
en el hospital de San Stefano Rotondo, donde al poco tiempo recibió
el sacramento de la Unción de los enfermos. Allí comenzó
su agonía durante un mes y medio.
Cuenta su madre, en el diario, que muchos iban a visitar a la
pequeña y que una de las religiosas enfermeras que la cuidaba le preguntó:
"Antonieta, ¿cómo has podido soportar en silencio? Si me lo
hubieran hecho a mí, los gritos se hubieran escuchado en San Juan
de Letrán".
En su última carta antes de morir, Nennolina le escribía
a Jesús diciendo: "Yo te doy las gracias porque tú me has mandado
esta enfermedad, pues es un medio para llegar al paraíso" (...) te
encomiendo a mis padres y a Margherita".
En la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén,
la que fue su parroquia, se encuentra su tumba, así como algunas de
sus reliquias: sus vestidos, sus juguetes y algunos manuscritos. Allí,
Antonietta recibió los sacramentos del bautismo, la confirmación
y la primera comunión.