HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA
EPOCA MEDIEVAL
PRIMERA PARTE: SIGLOS VII-IX
CAPÍTULO III
INICIO DEL CULTO CRISTIANO DE LAS IMÁGENES
I. Antecedentes
En la actualidad, tanto para los católicos como para
los luteranos, las imágenes forman parte de la decoración de
las iglesias. No ocurre así, sin embargo, con zwinglianos y calvinistas,
los cuales tienen precedentes en la Iglesia antigua. Icona significa, en
la Iglesia ortodoxa, presencia de la persona del representado. La gran estima
de la Iglesia ortodoxa hacia los iconos es el resultado de la lucha iconoclasta,
cuyo origen es muy controvertido.
La más antigua cristiandad no tiene ni posesión
ni culto hacia las imágenes, siguiendo el mandato del decálogo
de no tener ninguna imagen sobre la tierra bajo la cual postrarse:: «No
te harás escultura, ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba
en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la
tierra. No te postrarás ante ellas, ni les darás culto»
. La trascendencia de Dios se veía no en las imágenes, sino
en la Palabra y en la Historia de la salvación. Un segundo momento
es la negación del poder mágico de las imágenes: «Si
somos del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a
oro, plata, piedra, o escultura hecha por arte y genio humanos>>".
San Pablo añade en su Carta a los Romanos: «Alardeando de sabios,
se han hecho necios y han trocado la gloria del Dios incorruptible por representaciones
de hombres corruptibles, e incluso de aves, de cuadrúpedos y de reptiles».
Para la fe cristiana es decisivo que a Dios, que es espíritu, hay
que adorarlo en espíritu y en verdad, no en imágenes.
Para el escatologismo de la Iglesia primitiva el arte parecía
vanidad, por lo que la representación de imágenes carecía
de interés. Con Clemente de Alejandría se comienza a distinguir
entre ídolon e ikonon .eidwlon, eikwn. El primero representaba una
idea pagana, hecha por mano de hombre; el segundo, sin embargo, representaba
la imagen de Dios. De hecho, la imagen de Dios es su Verbo; y una imagen
del Verbo es la mente del hombre, el hombre verdadero .el gnous., que es
un ser racional, creado a imagen y semejanza de Dios. Refiere dos pasajes
de la Sagrada Escritura: 1 Co 4,4 .Cristo es imagen de Dios vivo. y Gn 1,26
.el hombre es creado según la imagen y semejanza de Dios: Kai eikona
Qeou - kaq omoiwsin..
Muy parecida es la posición de Orígenes, quien
en su polémica contra Celso cita a Ex 20,4-5 y atestigua con Clemente
de Alejandría que lo que es perceptible por los sentidos está
en contraste con el mundo espiritual. Según el pensamiento platónico,
la belleza está más allá de los sentidos. En los dos
autores se refutan las imágenes religiosas; la única imagen
admisible de Dios es el hombre espiritual.
Otra desaprobación explícita la encontramos en
san Ireneo (+202) en su Adversus Haereses. Los gnósticos eran proclives
a hacer imágenes de Cristo, poniéndolas junto a otras de Pitágoras,
Aristóteles y Platón, llegando así a un culto sincretista.
En tiempos de Decio, a mitad del siglo III, así como
de Diocleciano, se refutan las imágenes. En el 306, con motivo del
sínodo de Elvira, se prohiben las imágenes en las iglesias
Con Constantino I (306-337) la situación no cambia, pese al cambio
radical que experimenta la Iglesia. ¿Era lícito representar
a Cristo? Epifanio de Salamina (+403), famoso teólogo, preocupado
por la pureza de la fe, en el testamento dirigido a su diócesis exhorta
a no colocar imágenes ni en la iglesia ni en los cementerios, así
como tampoco en lugares privados, para no hacer vagar la vista durante la
oración y evitar las distracciones para mejor penetrar en el corazón
y en la mente.
La tendencia de la Iglesia antigua, pues, es de rechazo hacia
las imágenes. Hans-Georg Thümmel se atiene a los testimonios
de la cristiandad oriental hasta la iconoclastia. Llega a la conclusión
de que las imágenes cristianas son bastante raras hasta el siglo VI.
¿Cuándo se da el cambio de tendencia? ¿Cuándo
se da otro modo de pensar por primera vez? Es muy discutido entre los estudiosos.
Al principio empieza a haber ornamentos con la iconografía bíblica
de ángeles, palomas, áncoras .símbolo con barra transversal
que llegará a convertirse en una cruz. Así, Clemente de Alejandría,
no obstante su desaprobación de las imágenes, llegará
a aconsejar el acceso a Cristo mediante estos símbolos, si bien, evitando
caer en la mentalidad pagana. Comienza poco a poco a ilustrarse el contenido
de la fe en locales comunes. Así, en un cementerio de Roma, a mitad
del siglo III, encontramos representaciones bíblicas: el buen pastor,
Noé en el arca, Daniel en el foso de los leones... Thümmel, como
otros estudiosos, tiene dudas sobre la datación de estas imágenes.
Esto demostraría que el origen de representar imágenes no viene
directamente de la teología de la Iglesia oficial, sino de la piedad
popular.
A mitad del siglo III encontramos también una sinagoga
decorada con motivos bíblicos. Además, en Dura Europos .Irak.
encontramos una capilla privada con representaciones del Nuevo Testamento.
Con todo, no dejan de ser excepciones.
II. CAMBIO DE TENDENCIA
Entre los teólogos más abiertos empieza a darse
una tendencia hacia un reconocimiento de las imágenes. Así,
por ejemplo, los tres grandes capadocios. San Basilio Magno (+379), en su
segunda carta De vita solitaria, en el capítulo III, habla de la vida
de los santos como modelos a los que podemos mirar como imágenes hechas
por un pintor. Hace un parangón entre el ejemplo mostrado en la Escritura
y el arte figurativo. Tras este testimonio de Basilio asistimos a una polémica.
En una homilía que posiblemente podría atribuirse a san Juan
Crisóstomo .+407, es decir, una generación posterior a san
Basilio. se invita a los pintores a representar la muerte de los mártires,
poniendo a Cristo como árbitro del martirio. En su Tratado sobre el
Espíritu Santo, san Basilio enseña que en Dios Padre y su Unigénito
se contempla una sola imagen de la divinidad, sin diferencia. No se divide
la gloria, sino que es única: «El honor hecho a las imágenes
se trasvasa al prototipo». Con estas palabras se suministra el fundamento
teológico para una veneración de las imágenes.
Los dos Gregorios recomiendan la representación de las
imágenes de los santos .no de Cristo. por un aspecto pedagógico,
no de veneración. Paulino de Nola (+431) hace decorar su iglesia para
la instrucción de los fieles. Esta idea fue acogida también
por san Gregorio Magno (+604).
En Oriente, sin embargo, se va desarrollando una teología
de las imágenes lentamente, para justificar el desarrollo de la práctica
devocional. Hacia el siglo VI se cambia la imagen por el icono, lo cual supone
un cambio de cualidad. La imagen servía como memoria y medio de enseñanza.
Icono, sin embargo, llega a ser un modo de presencia del representado: recuerdo
e invocación a la vez. Se establece, pues, una relación entre
el santo y el fiel, un medio de gracia. En el mismo siglo VI aparece el concepto
de imagen no hecha por obra de mano humana, llegándose a la expresión
de aceiropointoz eikwn mandulion. Según una tradición, Cristo
había enviado al príncipe de Edesa .Akbar. un reflejo de su
sudario: el .Santo Mandilion. Otra tradición habla de una mujer de
Capadocia que encontró en un pozo una tela con el retrato de Cristo.
A causa de su origen milagroso tales imágenes tuvieron una función
taumatúrgica, convirtiéndose en reliquias, que después
se considerarían como causa de la victoria de Bizancio frente a sus
enemigos. En Occidente existe una tradición parecida con el sudario
de la Verónica. A finales del siglo VI aparece la tradición
de un primer retrato de la Virgen, el cual habría sido pintado por
san Lucas. Entre los siglos VI y VII se veneran iconos para implorar la protección
frente a peligros bélicos.
De todos modos, los teólogos se manifiestan muy cautos
en estos siglos, si bien asistimos a una rehabilitación paulatina
de las imágenes. Así aparece en los escritos del Pseudo-dionisio
el Areopagita, a finales del siglo V y principios del VI. Una consecuencia
de su teología es que la imagen apunta a una realidad más alta.
Es distinta de la realidad espiritual, pero la representa, es un reflejo
de la trascendencia, cuyo sentido está detrás de la imagen.
III. La lucha iconoclasta
Poco a poco la controversia iconoclasta da dando un giro hacia
un enfrentamiento Iglesia-Estado. Su inicio está en conexión
con la ascensión al poder de la dinastía Siríana. Esencialmente
la iconoclastia era un problema interno bizantino, si bien tendrá
consecuencias en la relación de la Iglesia oriental con el papado
y el reino franco.
Se inicia la crisis con León III, más en concreto
con una controversia del emperador con el patriarca de Constantinopla, Germán
I (715-730). De una carta de Germán I resulta que la iniciativa de
las medidas iconoclastas venían de ciertos grupos del interior de
la Iglesia bizantina, más en concreto obispos de Asia Menor. A principios
del 720 el obispo Constantino de Nakoleia y el metropolita Tomás de
Klaudiúpolis, en una visita que realizan a Constantinopla, expresan
su preocupación a Germán por la imágenes. Se trataba
de un problema pastoral que venían a resolver con el patriarca de
Constantinopla. En alguans regiones se asistía a una aversión
importante hacia las imágenes. Germán se manifiesta a favor
de las imágenes, pero no convence a sus interlocutores. Sin embargo,
su pensamiento sobre las imágenes lo vemos expresado en dos cartas:
una es la que envía al metropolita Juan de Synnada. En ella ser remonta
a la unidad cuerpo-espíritu humano. La visión de la imagen
lleva a la imitación del mandamiento de Dios de una manera más
eficaz que la misma Palabra; conduce al amor de Dios y de los santos. La
encarnación del Verbo permite representarlo en figura humana. Excluye
una representación del Dios invisible, pero no del Dios hecho hombre.
La otra carta es la que envía al metropolita Tomás
de Klaudiúpolis. Las imágenes invitan a una imitación.
La imagen se limita a lo esencial de la vida de un santo e impulsa al fiel
a imitar la vida de ese santo.. Una imagen es, pues, un resumen de una vida
escrita. De nuevo recurre a la encarnación del Verbo para legitimar
el uso de las imágenes. Además sirve para refutar a los herejes
.en concreto a los gnósticos. que niegan la verdadera encarnación
del Verbo. Germán argumenta partiendo de la tradición de la
Iglesia: las imágenes se legitiman a partir de su largo uso
en la historia de la Iglesia. Ciertamente que, como hemos visto en la evolución
del culto a las imágenes, no sería una argumentación
del todo correcta, si bien en aquel momento, en amplios estratos de la Iglesia
bizantina, se vivía con total normalidad.
Según Germán, una veneración de las imágenes
no era una idolatría. La Encarnación permite una adoración
en espíritu y en verdad, no impidiendo una veneración. Las
candelas ante las imágenes simbolizarían la luz de Dios; el
incienso, la acción del Espíritu Santo. La veneración
no es idolatría. Argumenta de un modo hábil. Las imágenes
no sustituyen a la Palabra, si bien la ilustran y profundizan su anuncio,
según la estructura corpórea-espiritual del hombre. La Encarnación
no sólo legitima, sino hace necesario el empleo de las imágenes.
Los argumentos de los adversarios se volvían contra el
culto de las imágenes, y aquí estaba el verdadero núcleo
del problema. El pueblo llano llegaba a la superstición, y esto preocupaba
enormemente a estos obispos. Se usaban las imágenes como medio para
curar enfermos, echar demonios, secar la mano de los ladrones, curar a los
niños... Supersticiones, algunas de ellas, muy cercanas al paganismo.
El obispo de Nakoleia no le dio la carta de Germán a su metropolita
de Synnada.
Antes del 726 Germán ya se perfilaba como defensor de
las imágenes. Su posición la mantiene incluso cuando el emperador
León III empieza por esos años a tomar posiciónes contrarias.
Se vislumbra la batalla. Teophanes Homologetes es el historiador bizantino
de aquellos años. Escribe una historia que abarca los años
284 hasta el 813. Su obra es la única fuente bizantina detallada que
tenemos entre el 769 y el 813, que corresponde a la segunda fase de la iconoclastia.
No tenemos escritos de los adversarios, pues fueron destruidos. Se remonta
a la posición de Germán, cuya postura sería milagrosamente
confirmada. La victoria de las fuerzas bizantinas sobre los árabes
en Nicea el año 727 habría que adjudicarse a la protección
de los Santos Padres que inauguraron el primer concilio en aquella ciudad,
los cuales fueron representados en imágenes implorando la victoria.
Teophanes reprocha a León III no ser fiel al voto de ortodoxia proclamado
en su coronación imperial.
En lo que se refiere a León III, no tenía ningún
comportamiento iconoclasta en el comienzo de su gobierno. Es más,
siempre llevaba consigo una imagen de la Virgen. ¿Cuáles son
los motivos de su cambio de actitud? Se han dado muchas opiniones, si bien
no del todo satisfactorias para desentrañar la verdadera causa. Según
Teophanes, el emperador, en el 726, habría hablado de secuestro de
las imágenes. Los estudiosos piensas que León se habría
pronunciado públicamente contra el culto a las imágenes, pero
no parece que emanara un edicto. Interpretaba entonces la erupción
de un volcán en Creta como un incendio de la ira divina a causa del
culto a las imágenes. Poco después ordenó quitar la
imagen de Cristo que estaba sore la Puerta de Hierro de su palacio. Era una
imagen muy venerada por el pueblo, sobre todo por las mujeres, las cuales
se lanzaron contra los soldados que quitaban la imagen, provocando su muerte.
El castigo fue muy severo, poniendo después una inscripción
en la puerta: sólo se veneraría la cruz de Cristo, pero no
una imagen de Cristo. Es decir, se veneraría tan sólo un símbolo,
pero no una imagen. Así los iconoclastas harán siempre hincapié
en la cruz de Cristo.
Las fuentes se centran en dos motivos sobre el cambio del emperador:
el influjo de los obispos del Asia Menor .episcopado muy tradicional e influyente
en el ánimo del emperador.; y el influjo del Islam sobre León
III. La primera hipótesis no está documentada, si bien no se
debe excluir. La segunda es interesante. Teophanes habla de un edicto del
califa Yazid II (720-724) prohibiendo las santas imágenes en su califato.
León III llegaría a hacerse amigo de los sarracenos, sobre
todo mediante cierto apóstata de la fe en Cristo y sostenedor de las
doctrinas islámicas. Hacia el 721 Yazid, con una observancia fiel
de la doctrina islámica, emana su edicto. Sin embargo, el Corán
no prohibía la representación de seres vivos. Esto sí
se daba en la Sunna. El edicto se extendía también a los cristianos
que habitaban en territorios árabes. No se sabe en qué medida
son destruidos los iconos cristianos. En enero del 724, tras la muerte del
califa, se restituyen las imágenes a sus lugares de culto. Se había
tratado, pues, de una medida transitoria. Los cristianos que viven en el
califato de Damasco eran estimados. En el siglo VII encontramos funcionarios
cristianos al servicio del califa, llevando la administración y la
fiscalidad, así como la instrucción militar. Así, por
ejemplo, el abuelo y el padre de san Juan Damasceno serán dos cargos
muy importantes de esta administración. Y, curiosamente, será
este santo uno de los mayores defensores de la veneración hacia las
imágenes.
¿Todo esto influye en el ánimo de León?
La influencia de Yazid no parece ser del todo fiable, por cuanto cuando León
se manifiesta en contra de las imágenes, el califa de Damasco ya ha
muerto y allí comienza de nuevo el culto hacia las imágenes.
La fecha que Teophanes nos da como el estallido de la iconoclastia
(720) no parece que vaya asociada a la emanación de un acto administrativo
contra las imágenes, pero sí el signo de un cambio de tendencia
en la mente del emperador. De hecho se llegará al año 730,
en el que ya se dictará un primer edicto contra las imágenes.
Las fuentes aluden a dos influjos negativos sobre León
III: por una parte, la imitación del edicto dado años antes
por el califa de Damasco, Yazid; por otra, el influjo del judaísmo.
De todos modos, parece que ninguna de estas propuestas son fiables. Es verdad
que el emperador no rechazó el influjo cultural árabe. Posiblemente
fue el primer soberano bizantino que admitió la construcción
de una mezquita en Constantinopla. El apelativo que se le dedica de «amigo
de los sarracenos» viene de su relación amistosa con el califa
de Damasco. Respecto al influjo hebreo, en el VII concilio ecuménico
del 877 un patriarca oriental alude a que un judío había pronosticado
muchos años de reinado a Yazid II si dictaba un decreto contra las
imágenes. En la sociedad bizantina hay cierta tendencia antihebrea,
por lo que parece improbable que el supuesto influjo judío sobre León
III haya sido efectivo; es más, el emperador, al principio de su reinado,
ordenó el bautismo de hebreos y montanistas.
Modernos estudiosos han barajado otras hipótesis. Entre
ellas, una diferencia de mentalidad entre griegos y sirios. Se sostiene como
probable un influjo de los paulinianos .secta armenia., los cuales no sólo
expulsaron las imágenes de sus templos, sino que discutían
la relación entre la Iglesia y el Estado. Otros ven un ataque directo
hacia la Iglesia por parte de un Estado que ve con muy malos ojos cómo
muchos varones ingresan en los monasterios y, por tanto, dejan de contribuir
al fisco y al servicio militar .esto era particularmente grave en épocas
de guerra.. Otros estudiosos han visto en León III un hombre iletrado,
insensible hacia el mundo de la cultura, de la estética.
Otra vertiente para el estudio del iconoclasmo es la socioeconómica.
La controversia habría nacido de una protesta de las masas populares
.favorables a las imágenes. contra la Iglesia estatal y el emperador.
Se ha hecho notar que la iconoclastia más decidida provenía,
con León III y con Constantino V, de los oficiales del ejército
de Tebas. Sin embargo, las emperatrices Irene y Teodora, defensoras del papel
de las imágenes, habrían sostenido a una clase artesana y mercantil
urbana en contra de los militares. De todos modos, no ha sido probado ningún
vínculo de la iconoclastia a determinados grupos sociales; no se podría
individuar la controversia a ningún grupo social fijo.
La multiplicidad de intentos de comprensión que se han
dado demuestra lo complejo de este fenómeno de la lucha por las imágenes.
Sin embargo, hay muchos momentos sobresalientes que debemos hacer notar.
La posición misma del emperador, considerado como cabeza de la Iglesia:
era un hombre de fuerte personalidad, que llega a consolidar el Imperio contra
los enemigos externos e internos. Políticamente León III ha
sido uno de los mejores emperadores bizantinos. Sus éxitos militares
reforzaron sus posiciones frente a la Iglesia. Asumió la práctica
de los emperadores precedentes. Cuando publica su colección legislativa
.Ekloge: Eklogé., pretende una fundamentación cuasiapostólica
del poder del emperador. Lo que el Señor habría conferido al
papado, también lo ha conferid al emperador.
León III no estaba del todo en contra de las imágenes,
sino sólo de las imágenes religiosas, en especial de aquéllas
que representaban a Cristo. Por ello, el poder imperial podía ser
representado, pero no los iconos de Cristo. Es posible que en el conjunto
de reformas que acometió viera como fundamental cortar los abusos
que se estaban dando respecto al culto de las imágenes, intentando
cortar de raíz un posible retroceso de la sociedad hacia el paganismo.
Un segundo elemento nos parece muy importante. Desde Justiniano
I se dan repetidas tentativas para ganar el monofisismo a la fe ortodoxa,
y con ello las provincias que eran más susceptibles de caer en manos
persas; estas tentativas de compromiso se dieron incluso a pesar del dogma
de Calcedonia. Precisamente esas provincias en peligro tenían un componente
poblacional muy importante de hebreos y árabes, contrarios a las imágenes.
Es muy posible que, en la mentalidad de León III, emprender una política
iconoclasta atenuaría la posición de esas provincias en contra
del Imperio bizantino.
El edicto en contra de las imágenes se da en el 730.
El emperador esperó obtener el consenso de Germán I, patriarca
de Constantinopla, pues desde Justiniano I el ideal de gobierno se había
puesto en la armonía reinante entre Iglesia y Estado bizantino. En
una reunión del consejo secreto del emperador .integrado por altas
dignidades civiles y eclesiásticas. se invita a Germán firmarlo.
El anciano patriarca rechaza esta propuesta .fue uno de los pocos patriarcas
que se opuso a su firma., declarando: «No puedo cambiar la fe sin el
asenso de un concilio ecuménico». El único camino posible
para él es la renuncia a su cargo de patriarca .morirá tres
años más tarde, en el 733. Su colaborador más inmediato,
Anastasio (730-753) le sucede. Será obediente al emperador, no poniendo
ninguna objeción a nada.
¿Cuáles son las medidas concretas que toma el
emperador? Es algo discutido. Sabemos que poco después hay una rebelión.
Relatos posteriores favorables a las imágenes nos hablan de una persecución
contra los escultores, pero no son fuentes del todo fiables; al menos, no
se pueden contrastar por la falta de fuentes en sentido contrario. Pero lo
que sí que es cierto es que la actitud iconoclasta del emperador tuvo
su impacto en la relación con el papado.
IV. Relaciones de León III con el papado
Bizancio mantiene cierto influjo sobre el papado por unos asientos
que posee en el sur de Italia y por el exarcado de Rávena. Hasta el
684 el emperador bizantino insiste en el derecho de confirmar las elecciones
papales. Hasta el 631 el resultado de tales elecciones venía simplemente
comunicado al exarca. Con Martín I (649-655) se da un cambio, que
provoca su arresto por Constanzo II en el 653, previo el permiso del exarca,
y llevado a Constantinopla acusado de alta traición. El papado, desde
el siglo VII comienza a orientarse de manera creciente hacia los nuevos reinos
germánicos, precisamente por la tensión con Bizancio.
Las decisiones del Trulano II suponían un alejamiento casi irremediable
entre el papa y Constantinopla. Cuando Sergio I (687-701) rechaza suscribir
las decisiones del Concilio, el emperador ordena su arresto; pero no pudo
consumarse, pues la población romana protegió a su obispo.
La supremacía bizantina sobre Italia fue considerada por los italianos
como una dominación extranjera. En tiempos de León III, además,
no entendían por qué tenían que financiar sus lejanas
campañas militares. De hecho, Gregorio II (715-731) rechaza el pago
de estas tasas, lo cual será considerado por el emperador como una
traición. Según las fuentes pontificias, el emperador ordenó
al exarca de Rávena el arresto del papa, con el fin de provocar la
elección de otro, más manejable. Pero en el 720 el exarca fue
asesinado por una revuelta que protegía al papa. De todos modos, no
se pensó en una ruptura de relaciones, pues Rávena suponía
una especie de protección contra los longobardos, que en el 729 marchaban
sobre Roma.
El edicto del 730 se dictaba para todo el Imperio, también
para Italia. León III se esforzó en conseguir el consenso del
papa. Se conservan dos cartas que llevan el nombre de Gregorio II, dirigidas
a León III en los años 728 y 729. Escritas en griego, hoy se
discute su autenticidad. A favor de que correspondan verdaderamente a Gregorio
II está E. Caspar, gran conocedor del papado en esta época:
funda su testimonio favorable precisamente sobre Gregorio II, al que considera
como el gran papa del siglo VIII, el cual llegaría a la separación
definitiva con Bizancio. Tanto H. Grotz como Jedin también son favorables
a la autenticidad de estas cartas.
Sin embargo, J. Gouillard no llega a admitir la autenticidad
de estas cartas que él mismo publica, fechándolas entre finales
del siglo VIII y primera mitad del IX. El alemán H. Michels publica
un artículo contra Grotz intentando demostrar la falsedad de estas
dos cartas. Para ello se basa en los usos diplomáticos de la cancillería
pontificia y atestigua en su autor una completa ignorancia de las reglar
más fundamentales de la diplomática pontificia. Sin embargo,
conoce bien el ambiente de Constantinopla, por lo que pudieran haber sido
escritas allí. Son cartas que circulan en torno al año 800
en Oriente y defienden una posición netamente a favor de las imágenes.
Debemos ser prudentes, pues, al tomar estas cartas. En todo
caso serían un testimonio antiiconoclasta del siglo VIII.
A san Gregorio II le sucede san Gregorio III (731-741), de origen
sirio, el cual actuará enérgicamente contra el edicto del 730.
A inicios de noviembre del 731 convoca un sínodo de obispos italianos,
condenando a cuantos destruyeran imágenes de Cristo, de la Virgen
y de los santos, pues todo esto iba contra las antiguas tradiciones apostólicas,
vigentes entre los fieles.
Así fue obstaculizada en Italia la ejecución del
edicto imperial. El legado del papa en Constantinopla fue metido en prisión.
En el 732 León III envió una gran flota contra el papa,
la cual naufragó en el Adriático. Ese mismo el emperador año
toma una decisión que tendrá amplísimas consecuencias
para el futuro: Calabria, Sicilia .también todo el sur de Italia.
e Iliria, que eran restos del vicariato pontificio de Tesalónica,
eran sustraídas de la jurisdicción del papa y puestas bajo
la jurisdicción del patriarca de Constantinopla.
Para la Iglesia romana también tuvo consecuencias esta
relación tensa con el Imperio bizantino. Ante la amenaza lombarda,
en el 739 Gregorio III solicita una primera ayuda de los francos. Era la
primera tentativa de alianza con un pueblo germánico. Se inicia así
una evolución en vista a una alianza roana con el reino de los francos,
la cual será efectiva en el 754 .en el 751 los lombardos, con la conquista
de Rávena, habían puesto fin al exarcado bizantino y amenazaban
directamente Roma.. Roma no abandonará los intentos de recuperar la
jurisdicción sobre esas zonas sustraídas por León III,
lo cual conduciría a tensiones en el siglo IX y al posterior cisma.
V. El monje-teólogo Juan Damasceno, defensor de las imágenes
Germán I había sido el último hombre de
relevancia política y eclesiástica en defender, con argumentos
de la tradición, las imágenes. Después de él
no encontramos una voz autorizada en el Imperio bizantino que se eleve a
favor de las imágenes. Pasando el tiempo, además de las declaraciones
de los concilios a favor de las imágenes, la defensa más vehemente
la encontraremos en san Juan Damasceno (650-750); la defensa de las imágenes
es uno de los puntos de su vastísima obra teológica. De su
vida se saben pocas cosas de seguro. Ya en el II concilio de Nicea .el séptimo
concilio ecuménico: año 887. se le considera santo, basándose
en una vida escrita sobre él por Juan VII de Jerusalén. Nace
en el seno de una familia noble árabe-cristiana. Su padre había
sucedido a su abuelo como ministro de finanzas del califa. Juan recibe una
gran formación escolástica; después de entra al servicio
del califa, como su padre. En tiempos de Abd-el-Malik (685-705) se produce
un giro anticristiano en la política. Antes del 700 sabemos que ingresa
en el monasterio de San Sabas de Jerusalén como monje. Juan V de Jerusalén
lo ordena sacerdote y aprovecha sus cualidades de erudito, poeta y predicador.
En el 726, durante la controversia iconoclasta, llega a ser el más
notable propugnador del culto a las imágenes. Entre el 726 y el 730
redacta tres discursos famosos contra la iconoclastia.
Las afirmaciones teológicas de estos discursos las asume
en su gran obra teológica de síntesis, Fuente del conocimiento.
Intenta fundar sus argumentos sobre el uso y el culto a las imágenes
desde un amplísimo punto de vista teológico, que resumimos
de esta manera:
-En primer lugar tiene que afrontar el pasaje escabroso de condena de las
imágenes en Ex 20. Según Juan debe interpretarse en la perspectiva
de la acción unitaria de Dios en el Antiguo Testamento, en el Nuevo
Testamento y en la época de la Iglesia. La prohibición del
Antiguo Testamento hacia las imágenes se explica teniendo en cuenta
la inclinación del pueblo hebreo hacia la idolatría. Sin embargo,
se debe tener en cuenta que todo el Antigo Testamento es una sombra de la
verdad. Para los cristianos, iluminados por el verdadero conocimiento de
Dios, esta prohibición ya no es válida, sobre todo después
de la encarnación de Cristo.
-El mismo Dios ha mantenido el sistema de comunicación en imágenes,
apareciéndose en figura velada a Jacob, a Moisés, a Elías
y a Daniel. Los relatos del Antiguo Testamento son typos, anticipación
del futuro.
-Es más, los mismos relatos ya son en sí mismos imágenes.
Una imagen pretende demostrar algo[36]. Es una semejanza, una representación
.un paradigma., un retaro de algo, el cual muestra en sí mismo lo
que representa. No es completamente igual al prototipo, al cual representa[37].
-Recurre a la filosofía platónica para dar una respuesta a
este problema. Parangona la imagen con la idea platónica de arquetipo
de la realidad terrena. El arquetipo puede existir sin la imagen, mas no
a la inversa. La imagen es una representación del arquetipo, lo manifiesta
y establece una relación con el contenido representado en quien contempla.
Es decir, establece una relación con Cristo y, por Él, con
la Santísima Trinidad. Es, pues, un medio de gracia.
-No podemos hacernos una imagen del Dios omnipotente, pero Dios mismo ha
hecho una imagen de su Hijo. Con la Encarnación es dignificada la
naturaleza humana y, por tanto, se puede representar a Cristo. Si bien la
divinidad de Cristo no puede ser representada, el hecho de formar una sola
persona con la naturaleza humana .se da la compenetración de ambas
naturalezas, realidad que se ha llamado perichoresis. legitima una representación
en imagen de Cristo.
-La iconoclastia nace no sólo por la existencia de las imágenes,
sino, sobre todo, por su culto. Así es como Juan Damasceno intentará
justificar su veneración. De la misma manera que hay una relación
entre imagen u arquetipo, el honor se traspasa de la imagen a lo representado
por ella. El concepto de veneración .proskónesis. daba lugar
a malentendidos. Juan distingue entre una adoración a Dios y una veneración
a las imágenes, aunque se use el mismo término de proskónesis
para ambas realidades[38]. Hay una primera proskónesis según
el sericio del culto que nosotros damos a Dios: es una adoración,
una relación directa con Dios, único ser venerable por naturaleza.
En otro escalón, también hay una veneración de honor,
esta vez tributada a los santos. Esto preparará las decisiones del
segundo concilio de Nicea.
Estos escritos provocaron la aversión de Constantino
V hacia Juan. Así, deforma la raíz de su apellido árabe,
la cual significaba .victorioso., para que signifique .bastardo.. Jua, ya
de edad muy avanzada, muere poco antes de que se convoque el sínodo
iconoclasta de Hierea (754), el cual le condena con un anatema cuatro veces
repetido. De otra parte, ya en vida Juan Damasceno gozaba de la estima de
los iconódulos, de la ortodoxia oriental y de la católica occidental.
Venerado como santo, León XIII le proclama doctor de la Iglesia en
1890.
VI. Culmen de la controversia sobre las imágenes bajo Constantino
V. El concilio iconoclasta de Hiereia el año 754
Constantino V (741-775) era también, como su padre, iconoclasta.
Coronado por su padre como co-emperador en el 720 cuando sólo contaba
con dos años de edad, bajo su reinado la iconoclastia llegará
a ser un factor decisivo en la política. Lleva como sobrenombre kopronymos,
apelativo despectivo que equivaldría a .el sucio.. Teophanes nos da
la versión iconódula sobre este sobrenombre: en su bautismo,
siendo niño, habría manchado la pila bautismal con sus excrementos;
esto provocaría un vaticinio por parte de Germán I, el cual
profetizaría un futuro desastroso con ese niño. Sin embargo,
nos parece más fiable otra explicación a este sobrenombre:
el emperador tenía pasión por los caballos, y, sin lavarse,
entraría directamente de las caballerizas al salón del trono,
lo cual provocaría el disgusto de los cortesanos ante su suciedad.
Hombre muy enérgico, entabló luchas armadas notables.
Estando en guerra contra los árabes, en el 742, se rebela su cuñado
Artabaste, haciéndose proclamar nuevo emperador. El usurpador toma
apoyos en los iconódulos. El patriarca Anastasio (730-754), que antes
había apoyado a los iconoclastas, ahora se pone de parte del usurpador.
En mayo del 743 llega Constantino a la ciudad imperial y ejecuta un castigo
humillante sobre el patriarca en el hipódromo a Artabasdo y a sus
hijos les hijo desfilar cargados de cadenas y con los ojos arrancados.; no
obstante, conservó su sede, volviendo a la adulación de los
mejores tiempos. La iconoclastia llegará a convertirse en un factor
político, como un signo de lealtad hacia su persona.
Mientras se empeña en la lucha contra los árabes
en la parte oriental .en Armenia y en Mesopotamia., pierde el poder en Italia.
En el 751 los lombardos conquistan Rávena y su entorno. Bizancio,
pues, ya no estaba en condiciones de defender Italia ni Roma. Un enviado
de Constantino llega al papa, Esteban II (752-757) con la petición
de que se acerque a Pavía y pida al rey lombardo, Estulfo, la restitución
a Bizancio de los territorios conquistados. Esteban se acerca a Pavía
y después a Pipino, rey de los francos (754), lo cual significa una
auténtica revolución en el papado en su influencia posterior
en Occidente. Esta nueva orientación hacia los francos, y, por ello,
alejamiento de Bizancio, viene en gran parte motivada por la iconoclastia
de Constantino V: el papa no podía colaborar con un emperador hereje.
Con la rebelión de Artabasdo salen a la luz las divisiones
de la sociedad bizantina. Había defensores de las imágenes
en el episcopado, en la administración, en el pueblo y, sobre todo,
en los monjes. Ya bajo el emperador León III, el patriarca de Constantinopla,
Germán, había señalado que sólo un concilio ecuménico
podría decidir en una cuestión de fe, decidir sobre este problema
de las imágenes.
Ante esta experiencia de su padre, Constantino V actuará
de un modo más sistemático. En primer lugar, su objetivo es
la convocatoria de un concilio ecuménico. Para asegurar el éxito
había que convencer primeramente a los indecisos y alejar a los adversarios.
Para asegurar una mayoría favorable trató de confiar las sedes
episcopales a sus secuaces, fundando nueve diócesis, las cuales encomendó
a obispos hostiles a las imágenes. Asimismo provocó manifestaciones
públicas para ganar al pueblo a su causa. Tenía una gran formación
teológica, redactando una serie de escritos que perseguían
el mismo objetivo: leídos en asambleas públicas, debían
anticipar los resultados de un futuro concilio.
El emperador trata de fundar una refutación teológica
contra el culto de las imágenes, sobre todo contra la de Cristo. Su
argumentación es muy hábil. Se presente, en primer lugar, como
defensor de la ortodoxia, lo cual le lleva a la afirmación de las
dos naturalezas en Cristo sin mezcla. Después de esta confesión
cristológica toma posiciones sobre a identidad del arquetipo y la
imagen: una imagen es buena cuando es idéntica a lo que representa.
¿Cómo es posible representar a Cristo en su doble naturaleza?
La divinidad de Cristo es ilimitada y, por eso, no representable. Pero, si
se le representa bajo figura humana, llega a ser una persona humana sólo,
porque falta el elemento divino. Tal imagen, que representa a Cristo s´lo
cmo hombre, no se puede referir al dogma cristológico. La verdadera
imagen de Cristo no puede encontrarse en una pintura hecha por mano de hombre,
sino en la Eucaristía, estando presente el Resucitado como Dios y
como hombre. Usando la fórmula de las dos naturalezas .en vez de la
calcedoniana en dos naturalezas. intentaba aproximarse a los monofisitas.
Si la representación de Cristo es ilegítima .porque va contra
el dogma., con mayor razón el culto hacia las imágenes es intolerable.
En otros escritos a los obispos recoge una colección de textos patrísticos
contra las imágenes.
Nada más adherirse los obispos a estas teorías,
redacta otros escritos contra la Virgen y los santos. Así convoca
el concilio de Hieria, en un palacio imperial, el cual se desarrollará
entre el 10 de febrero y el 8 de agosto del 754. La fuente principal sobre
este concilio la tenemos en Teophanes. Asistieron 338 obispos. Los iconódulos
negaron autoridad ecuménica a este concilio, pues faltaron las sedes
patriarcales .ni el papa, ni Constantinopla, Jerusalén, Antioquía,
Alejandría y Constantinopla. El emperador confía la presidencia
del concilio a Teodoro, arzobispo de Éfeso. El emperador, hábil
político, sólo hace elegir el nuevo patriarca de Constantinopla
cuando se aprueben los decretos del concilio.
No obstante, el concilio fue menos cómodo de lo que supuso
al principio el emperador. Su resultado final se ha conservado no en modo
directo, sino a través del II concilio de Nicea del 787, donde fueron
leías las conclusiones de Hieria párrafo por párrafo.
El concilio de Hierea subrayaba los anatemas de seis concilios ecuménicos
anteriores; se consideraba a sí mismo como ecuménico. Se revalida
la unidad indivisible y no mezclada de las dos naturalezas en Cristo .asunto
en el que Constantino V no era manifiestamente ortodoxo.. En cuanto a las
imágenes, se llega a hacer un problema teológico de lo que
fue un problema pastoral en su origen: ni siquiera podría ser representada
la humanidad de Cristo, pues equivaldría a una negación del
carácter teándrico de Cristo, una caída en el nestorianismo
y en el arrianismo. La única imagen legítima de Cristo es la
Eucaristía. Se funda en pasajes bíblicos, sobre todo en Jn
4,24: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en
espíritu y en verdad».
A diferencia de los escritos imperiales, procura moverse en
el ámbito de la teología calcedoniana. No obstante, extiende
la refutación de las imágenes a las de la Virgen, los santos
y lo smártires. Después de los anatemas, se declara a sí
mismo como VII santo concilio, con decisiones vinculantes para toda la Iglesia.
Al final el emperador declara a Constantino de Sylaion .al sur del Asia Menor.
como patriarca de Constantinopla. Los decretos conciliares fueron leídos
ante el pueblo en el foro de Constantinopla. Condena a los defensores de
las imágenes, a Germán y al obispo de Chipre. Por cuatro veces
es condenado Juan Damasceno. Así, todo defensor de las imágenes
sería considerado no sólo enemigo del emperador, sino también
hereje.
Según Nicea II hubo muchas persecuciones, se destruyeron
y profanaron muchas imágenes y se cerraron muchos monasterios. Sin
embargo, es difícil dar una fiabilidad total a estos relatos, pues
no nos han llegado fuentes iconoclastas. Posiblemente la acción iconoclasta
fue especialmente brutal en Constantinopla y su entorno. En otras partes
del Imperio las medidas tomadas dependían mucho de los responsable
locales. Muchas imágenes fueron destruidas y sustituidas por otras
de animales y plantas: al lugar de la imagen de Cristo se puso la cruz. También
se persiguieron las reliquias, siendo muchas de ellas destruidas.
En los diez años siguientes al concilio no parece que
hubiera una persecución sistemática, debido a la amenaza de
los búlgaros. Sólo en los años sesenta se ven persecuciones
más violentas, con el martirio de monjes, si bien no parece que fueran
muchos los que murieron.
El monacato fue el alma de la oposición y también
el centro de las iras más feroces del emperador. Muchos monjes fueron
obligados a prestar el servicio militar. Las necesidades de la guerra eran
perentorias. Con estas medidas, además de la persecución contra
los iconódulos, se pretendía impedir que muchos jóvenes
se acercaran a los monasterios.
En el 775 muere Constantino V en una batalla contra los búlgaros.
El ejército le fue siempre fiel. Las controversias continuaron durante
unos decenios más.