HISTORIA DE LA IGLESIA
EPOCA NUEVA
TERCERA PARTE: LA LUCHA POR LA REFORMA DE LA IGLESIA
CAPITULO X
LA REFORMA DEL CLERO SECULAR
1.- Los obispos.
Mientras la vida de los institutos de perfección fue
al menos en gran parte renovada, fue débil y no general la reforma
del clero secular. Es difícil encontrar motivaciones convincentes.
Se podría pensar en el hecho de que los religiosos estaban estructurados
en realidades supranacionales, centralizadas. Pero no es una razón
satisfactoria desde el momento en que muchos de los movimientos de la observancia
nacieron de pequeños grupos. Quizás una serie de razones podrían
buscarse en los siguientes hechos:
· los seculares estaban más unidos
a la religión .civil.;
· era mayor la solidaridad con sus familias
y países;
· faltaba una institución formativa
suficiente.
Pero la razón probablemente más fuerte fue la
escasa disponibilidad de los obispos para empeñarse en este sector.
Los criterios que juzgaban la elección de los obispos
eran, en orden de importancia, los siguientes: políticos, intelectuales,
morales. Muchos episcopados se concedían como premio del soberano,
para recompensar los servicios de la familia o de la persona. Por esto las
diócesis son a menudo prerrogativa de las grandes familias. Brillaban
por su ausencia de las diócesis.
Un fenómeno unido al anterior es la acumulación
de los beneficios. Los cardenales eran los más expuesto a este abuso,
porque la concesión del capelo cardenalicio costaba caro, porque constituía
un gran centro de poder. Por todo esto el Concilio de Trento, determinó
que los obispados con rentas serían considerados prebendas de los
cardenales más influyentes. El asunto no estaba admitido por todos.
Hubo una propuesta a Adriano VI para que los cardenales renunciasen a sus
obispados, dejándoselos a personas aptas. Por todo ello era importante
para los aspirantes ambiciosos permanecer en Roma.
Con respecto al criterio intelectual, los estudios universitarios
eran considerados una importante carta para la carrera. En España
será donde se lleve a cabo, de una forma más decidida la renovación
del episcopado también en el campo intelectual, destacando el Cardenal
Cisneros.
En cuanto al criterio moral, sería reductivo afirmar
que todos los obispos de esta época fueron amorales, fastuosos e intrigantes.
Tenemos grandes figuras como Claudio de Seyssel, Antonino de Florencia, Lorenzo
Justiniani y Ludovico Barbo.
2.- El clero inferior.
2.1.- Reclutamiento:
No podemos hablar de vocación., al menos hasta los Ejercicios
Espirituales de s. Ignacio. Se entraba en el estado clerical a través
de la tonsura (de los 7 años en adelante), conferida generalmente
con la confirmación. La decisión para esta elección
era de la familia. Los modelos a los que respondían estas decisiones
son tres:
· el modelo sacrificial: la familia
elegía uno de los hijos, lo .ofrecía. a Dios;
· el modelo social: uno o más
hijos eran enviados al estado clerical, en razón del prestigio social
que esto conllevaba;
· el modelo cultural: se accedía
al estado clerical para poderse dedicar a los estudios.
De hecho muchos tonsurados permanecían en este estado,
que daba algunos privilegios. El número de los tonsurados era muy
grande en esta época. La pregunta sería ¿Cuantos de
estos tonsurados llegaban a ordenarse de presbíteros?. Podemos decir
que había un buen número de órdenes, aunque muchos de
ellos llegaban de otros lugares, y no pertenecían por tanto a estos
tonsurados. Esto hacía que hubiera una gran concentración de
tonsurados y presbíteros, sobre todo en las grandes capitales.
2.2.- La formación:
La mayoría de los tonsurados entraban en las órdenes
con una especie de aprendizaje hecho con un párroco. Los tonsurados
eran los encargados de servir la mesa, hacían de sacristanes, cantaban
en los oficios de los difuntos, y hacían de maestros de escuelas.
Pero no podemos hablar de formación.
Quien aspiraba al presbiterado debía de tener un renta
mínima de 15 ó 20 liras anual, sobre un beneficio o un título
patrimonial, proveniente de bienes inmuebles, de la familia o de cualquier
donante generoso.
El candidato aprendía a efectuar bien los ritos y a leer
el misal., nada más. En el fondo la mayor parte de estos presbíteros
no tenían como trabajo el servicio pastoral, sino sólo la celebración
de la misa, y los oficios por los difuntos. Aunque podemos hablar que existían
dos tipos de presbíteros:
· los presbíteros para la misa;
procedían de las grandes familias, participaban en las labores del
campo, o como máximo en cualquier actividad lucrativa. Para acceder
a las órdenes sólo se exigía ser hijo legítimo,
saber leer y cantar.
· los presbíteros para la cura.
Una particular modalidad formativa estaba constituida para los
pequeños cantores. Se formaron cercanos a las catedrales, con pequeñas
escuelas, donde se aseguraban el servicio del canto para las catedrales.
En un principio eran mantenidos por los canónigos, pero pronto estas
escuelas pudieron subsistir gracias a las rentas de algunas capellanías
o beneficios vacantes. Pero esta no es la forma de resolver el problema de
la formación del clero. Hacía la mitad del 400 muchos obispos
se concienciaron del problema de la formación de los sacerdotes. Por
lo cual, los obispos, individualmente trataron de solucionar sus problemas
creando pequeñas escuelas, o haciendo pequeños exámenes
para los aspirantes a las órdenes.
En resumen podemos decir que en breve tiempo se formaron más
de 300 colegios de formación, de algunas órdenes religiosas
como cartujos, carmelitas, franciscanos. Pero el modelo utilizado no tiene
mucho futuro, porque aún mantiene el esquema medieval.
2.3.- La vida pastoral:
El personal de la parroquia era muy numeroso. Comprendía:
el párroco, algunos capellanes, los capellanes de las capellanías,
los sacerdotes refugiados, y los de los difuntos. El párroco era el
que tenía la cura de la parroquia. La tenía con otras parroquias
o beneficios, y no residía en ella. En su puesto había un sacerdote
que ejercía el servicio, recibiendo una compensación mucho
menor que la renta efectiva.
Había además los capellanes parroquiales, que
ayudaban en el servicio pastoral, no podemos confundirlos con los capellanes
de las capellanías, que no tenían cura de alma, su trabajo
era sólo litúrgico. Además también debemos añadir
los capellanes de difuntos, encargados de celebrar las misas por los difuntos,
por lo cual recibían un retribución.
En algunas zonas estaban también los sacerdotes refugiados
(filleuls o comunalistes). Las comunidades de los .sacerdotes filleuls. fueron
creadas en las parroquias y reagrupaban a los sacerdotes nacidos en ellas,
los cuales percibían de la mesa de las rentas, una pensión.
Para el mantenimiento de la parroquia, podemos decir que existían
dos tipos de rentas: la primera era la de la fundación, que era muy
variada (de 2 a 4 liras en parroquias de montaña y 35-40 en algunas
de la llanura). Existían también los casuales, que comprendía
los derechos de altar y los derecho de la Iglesia.
La administración de los sacramentos (derechos de altar)
aseguraba una cierta entrada, el bautismo costaba 3 denarios en Villeneuve.
En alguna parroquia se menciona un derecho por las confesiones pascuales,
que eran 2 denarios para el cabeza de familia y 1 para los otros miembros.
Por la celebración del matrimonio, los esposos debían
pagar en la puerta de Iglesia 5 monedas, un cuarto de pan del banquete, un
cuarto de vino, una pierna de cerdo, un pedazo de carne de Buey y una gallina
(todo esto en Clermont (Francia)).
La pastoral funeraria era tarifada con mucha precisión.
Los derechos de la Iglesia comprendían diversos tipos de tasas, siempre
en especies. A pesar de las entradas, también las parroquias tenían
que pagar tasas. Entre estas estaban .la donación gratuita., que era
una tasa que la monarquía imponía a la Iglesia, pero era considerada
no como .un deber., sino como una donación gratuita., aunque obligatoria.
El episcopado naturalmente dividía esta cifra entre varias parroquias.
Existían también los derechos de patronazgo. El
obispo además con motivo del sínodo pedía una tasa,
así como para la visita pastoral. En compensación por todas
estas tasas el párroco tenía el .officium. de cura de alma.
El centro de la vida era la celebración de la Eucaristía.
Se venía de lejos. Una vez que se llegaba a la Iglesia, debían
esperar que llegara el señor del lugar y su familia para poder comenzar
la Eucaristía. A veces si tardaba mucho en llegar sucedía que
el párroco no podía celebrar la misa.
Para los feligreses más alejados estaban los capellanes.
Cuando no tenían capellanes propios, se tenía la celebración
al menos una vez al año. Después estaban las procesiones, que
se celebraban todos los domingos y a veces eran útiles para atraer
a los parroquianos más alejados.
2.4.- Ministerio pastoral de las órdenes mendicantes:
Se encargaron muchas veces del trabajo pastoral en las parroquias.
La presencia de un convento de menores asegura una irradiación espiritual
mayor que la producida por una parroquia.
Las decisiones que transferían una parroquia hacia los
mendicantes, eran a veces bien acogidas por los fieles, pero otras veces
no ocurría así. A veces los franciscanos pedía el cambio
de la cura de alma de una parroquia a otra, aduciendo que su sola presencia
ya tenía un significado eclesial válido. Ellos se hacían
solidarios con los últimos, los marginados, los leprosos, los pobres,
eligiendo al menos los primeros, las cercanías a los hospitales para
atender a los más pobres.
Para los dominicos y los agustinos la cosa era diversa. Las
dos comunidades tenían raíces canónicas. Cuando lo dominicos
entraban en posesión de una iglesia parroquial, generalmente confiaban
la actividad parroquial a un clérigo diocesano, que la ejercía
en la propia iglesia o en una cercana. En el siglo XV confiaban la pastoral
a un hermano, quizás por la mala experiencia con los curas seculares.
La presencia en el territorio de una iglesia de los mendicantes
tenía indudablemente un significado pastoral notable. Aseguraba una
predicación cualificada, y la posibilidad de recibir la confesión,
con una ventaja espiritual, para todos los que habitaban adyacente al terreno.
Cada convento dominico tenía uno o más territorios en los cuales
los hermanos tenían la misión de predicar. Era una especie
de diócesis llamada .predicatio.. Durante el periodo de Adviento o
Cuaresma podía salir fuera del convento y se aseguraban una capellanía
a través de la predicación.