HISTORIA DE LA IGLESIA
EPOCA MEDIEVAL
QUINTA PARTE: LOS PAISES CRISTIANOS EN EL 1100 D.C.
2.5. LAS TRES ITALIAS.
En general se habla para la edad media de dos Italias, cuyo
dualismo se desarrolla tras la conquista normanda del reino de Sicilia y
el norte toma otra tipo de organización basado en un sistema de ciudades
independientes. En medio de todo ello se encontraba el papado reformado en
Roma, el cual, por una parte reivindicó derechos feudales al sur y,
de la otra pretendía determinar también la política
de los comuni en el norte, en el sentido de una libertas italiae del poder
imperial.
El Patrimunium Petri tenía intereses en las dos Italias
que llegarán hasta el siglo XIX y serán un obstáculo
para la unificación. Por ello podemos hablar de tres Italias. Debemos
distinguir lo que es la Curia Romana, todo el aparato del papado reformado
en continuo aumento; la ciudad de Roma, que en el siglo XII tiene aspiraciones
hacia una independencia comunal como la de Italia septentrional, hacia una
mayor autonomía, lo cual era siempre rechazada por los papas; el Estado
Pontificio, el Ducado Romano: Lacio, Benevento y las reivindicaciones de
Córcega y Cerdeña, y los títulos de derecho sobre los
Bienes Matildianos, es decir las tierras de la Condesa Matilde de Canosa
(+1115). Uno cosa eran las aspiraciones de los papas y otra la realidad,
ya que frecuentemente ni siquiera eran señores de la ciudad de Roma,
motivo éste de las repetidas ausencias papales de Roma en el siglo
XII, ya que eran echados fuera por los romanos.
En Italia septentrional tenemos como características
las organizaciones comunales. El común de los ciudadanos se afirmará
en el horizonte europeo tras el año 1000, indicándose con este
término formas de autogobierno de las ciudades que aparecían
en Alemania, Inglaterra, sobre todo en Francia, en Flandes y en el norte
de Italia. Nacieron como asociaciones privadas entre los ciudadanos o burgueses
para afirmar sus reivindicaciones frente al señor de la ciudad, un
príncipe laico, o más frecuentemente un obispo, o, incluso,
el emperador o el rey.
Los comunes de Italia septentrional dependían teóricamente
del emperador, ya que formaban parte del Regnum Italiae, uno de los que formaban
el Imperio. El emperador, normalmente, estaba lejano o ausente, por lo que
era más fácil a estos comunes organizarse con libertad. Esta
voluntad de autonomía era sostenida y fomentada por el papado, ya
que veía en los comunes de Lombardia un medio para debilitar la presencia
del emperador en la Península. El enfrentamiento se resolverá
con el triunfo de la Liga Lombarda que agrupaba la fuerza de numerosos centros
urbanos de Italia septentrional con Federico I Barbaroja.
Con respecto a la vida de la iglesia en Italia septentrional
podemos decir que hacia el 1100 es un período relativamente tranquilo,
aunque sufrió las luchas entre los papas legítimos y los imperiales.
El monacato benedictino era muy floreciente. Nadie ponía
en discusión la reforma, que desde León IX el papado se había
apropiado, la llamada reforma gregoriana, sobre todo referida a la reforma
del clero. Se produce un gran incremento en los estudios del Derecho Canónico.
El Sínodo de Piacenza (1095), convocado por el papa Urbano II manifiesta
este interés por el Derecho Canónico por medio de las intervenciones
del Cardenal Deusdedit, gregoriano, que propuso una reordenación de
los clérigos ordenados de forma simoníaca. Se decretó
que las ordenaciones realizadas por simoníacos o cismáticos
eran inválidas, pero al mismo tiempo se concedieron dispensas. El
movimiento patarínico ya ha desaparecido en este momento. Los demás
movimientos que descompondrán la iglesia italiana, como las órdenes
mendicantes, todavía no han surgido.
Muy distintas serán las condiciones en Italia meridional.
El dominio normando en el sur de Italia y Sicilia fue desde el comienzo crítico.
El duque de Pulia y Calabria y el príncipe de Capua eran vasallos
del papa; otro tercer personaje, el gran conde de Sicilia, era vasallo del
duque de Pulia. La dinastía reinante en todo el mediodía italiano
era la de los Hanteville o Altavilla, que originariamente eran pequeños
nobles que venían de Normandía y que accedieron al dominio
de Italia meridional gracias al duque de Apulia Roberto el Guiscardo (=el
astuto).
En el acuerdo de Melfi (1059), el papa Nicolás II debía
sancionar la victoria normanda, dándose a Roberto Guiscardo el título
de vasallo del papa, que equivalía a una formal autorización
y bendición papal para echar fuera los últimos residuos de
los dominios bizantinos de Italia y a ocupar los principados independientes
y atacar la Sicilia musulmana. El acuerdo de Melfi era una declarada hostilidad
en las relaciones con el imperio bizantino, que perdía así
las posesiones del mediodía italiano.
Para el papa este acto estaba justificado por el cisma de 1054
y por las antiguas reivindicaciones papales de Italia meridional. En poco
menos de dos decenios el nuevo duque normando reduce el poder bizantino en
esta zona de Italia, teniendo incluso otras ambiciones como la conquista
del imperio bizantino. Desembarcó en Epiro y vence repetidamente al
ejército bizantino, llegando incluso a amenazar la ciudad de Constantinopla
(1082), aunque no llega a conquistarla.
Más difícil fue la empresa siciliana que ocupó
de 1061-1091 ocupó al hermano de Roberto, Rugero I de Altavilla, que
tomará el título de Gran Conde de Sicilia. A comienzos del
XII reunifica los dos dominios normandos de Sicilia y Apulia y asume en 1130
el título de Rey de Sicilia situando la capital en Palermo. Su hijo
Rugero II continuará con la consolidación del estado siciliano
e intentará extender sus dominios al norte de Africa, lo que no llegó
a realizar. También pensó unir todos los principados normandos
bajo su propia autoridad. Provocará gran preocupación en diversos
papas, como veremos más adelante.
Este reino normando de Sicilia tendrá gran importancia
en el escenario europeo, ya que, sobre todo, constituía una potencia
territorial y militar considerable en relación con la disgregación
existente en Italia septentrional. Además experimentó, por
primera vez en Europa, una organización de tipo centralizado, como
ya habían hecho en Normandía y continuado en Inglaterra, organización
eficiente pero siempre centralizada.
En Sicilia hicieron uso y heredaron las estructuras de la administración
árabe y bizantina. De este modo los reyes normandos pudieron apoyar
su poder sobre un fuerte y eficiente aparato burocrático que le permitía
detener los deseos de autonomía de los diversos barones normandos,
que no querían, sin más, someterse a los Altavilla.
No obstante había algunas sombras en la organización
normanda, como las condiciones de servidumbre de la clase social campesina,
las posibilidades de movilidad social se redujeron a cero, con una neta división
de las clases sociales; la autonomía local de las ciudades fue totalmente
eliminada, de modo que las ciudades tuvieron un papel marginal, con la única
excepción de Palermo, la capital, que a comienzos del XII era la ciudad
más fastuosa de Europa, siempre un punto clave en el encuentro de
la civilización cristiana con el mundo árabe y bizantino.
En cuanto a la situación eclesiástica, del reino
normando, podemos decir que los normandos con relación a la Iglesia
encontraron una situación religiosa substancialmente confusa y compleja,
ya que numerosos territorios habían estado controlados por Bizancio
y el Patriarca de Constantinopla, mientras que Sicilia desde hacía
tres siglos estaba bajo el Islam.
En este contexto asume un papel significativo el juramento de
Melfi (1059) por lo que se refiere a la política eclesiástica
de los normandos. En este tratado Roberto el Guiscardo se comprometía
a someter a todas las iglesias a la potestad del papa y protegerlas en fidelidad
hacia la iglesia de Roma (P.F. Kehr, Italia Pontificia, vii, nº 14,
p. 11), siendo un tratado general. Los normandos intervienen sensiblemente
sobre la estructura organizatiba eclesiástica, que contaba con un
millar de sedes episcopales y una escasa consistencia de fundaciones monásticas,
salvo algunas grandes abadías formadas a lo largo de varios siglos
(Montecasino, ...). La estructura diocesana antigua se había perdido
ya en la conquista longobarda.
A finales del siglo X los papa comenzaron con una reestructuración
de las provincias eclesiásticas en el sur de Italia y de las antiguas
sedes episcopales. Bajo el dominio normando se crearán nuevas diócesis
y provincias eclesiásticas latinas. El resultado de esta obra conjunta
del papado y los normandos será una multiplicación excesiva
de las diócesis en el sur de Italia. En todo el reino normando existían
unas 120 diócesis siendo el porcentaje más alto de toda Europa.
En las regiones con rito griego Roma intentó sustituir
los obispos griegos por latinos, pero dejando al bajo clero griego en su
puesto. Los normandos estaban totalmente de acuerdo con la política
de latinización, pero también debían respetar las tradiciones
locales, no pudiendo latinizarlo todo. Algunos obispos seguirán siendo
griegos.
Con relación a Sicilia se trataba sobre todo de recristianizar
la isla. Las diócesis restauradas por los normandos tras la conquista
de la isla eran de rito latino.
En cuanto a los monasterios los normandos favorecieron sobre
todo el nuevo monacato reformado del tipo cluniacense. Es de destacar en
el XII la ausencia de cistercienses en el mediodía italiano, con poquísimas
excepciones, que se puede deber al rechazo por parte de S. Bernardo del rey
Rugero II, por su apoyo al antipapa Anacleto II, mientras Bernardo de Claraval
lo hacía con Inocencio II.
Continuaba existiendo en el sur el monacato griego que se había
desarrollado desde el siglo X. No obstante muchos conventos griegos fueron
sometidos por los normandos al control de abadías latinas. A pesar
de todo no se acabó con la fundación de nuevos monasterios
griegos, sobre todo en Sicilia, que fue una maniobra de los normandos por
abrir un contrapeso contra el Islam y así no favorecer únicamente
a los latinos y evitar tensiones con la población cristiana indígena.
2.6. EL IMPERIO.
Hablamos de Imperio que no se identifica con Alemania, ni con
la Iglesia Alemana, sino que es una realidad más amplia que comprendía
tres reinos : Reino Teutónico (Alemania, Bélgica, Países
Bajos, Suiza y Austria), Reino de Italia (norte y centro de Italia hasta
el Benevento) y Borgoña.
El gran problema para el Imperio, que todavía no ha
resuelto en este momento, y para la Iglesia Imperial era la lucha de las
investiduras. Una consecuencia de este problema era un cisma papal que existía
desde los tiempos de Gregorio VII, un papa imperial elegido por los obispos
tras la propuesta del emperador Enrique IV, desde 1080, que era el arzobispo
Guiberto de Ravenna que tomó el nombre de Clemente III. Hasta 1090
tendrá mucha acogida en toda Europa.
Gregorio VII había muerto en 1085, un año después
eligieron los cardenales a su sucesor, pero no entre los candidatos propuestos
por Gregorio en el lecho de muerte. Sale elegido el abad Desiderio de Montecasino
que tomará el nombre de Víctor III. Esta elección fue
un mensaje hacia el emperador para que comprendiese que los cardenales no
querían aumentar la tensión, más aun, querían
una distensión. Lástima que este papa murió en 1087.
La elección del sucesor se produce en 1088 en Terracina,
siendo el candidato elegido Odón de Ostia que venía de una
familia de caballeros franceses de Champagne. Entre 1067-1070 había
entrado en la Abadía de Cluny llegando a la dignidad de prior. En
1078 fue constituido Cardenal de Ostia por Gregorio VII. Como papa tomará
el nombre de Urbano II (1088-1099), nombre tomado del santo del día
de la muerte de Gregorio VII (+25.V.1085).
Urbano II había sido uno de los más fieles seguidores
de Gregorio VII. En un escrito que dirigió a los obispos alemanes
fieles a S. Pedro les comunicó su intención de seguir las pautas
de Gregorio VII: .Rechazo lo que él ha rechazado ; lo que él
ha condenado, lo condeno ; y hago mío lo que él ha amado ;
confirmo y apruebo lo que él ha estimado justo y católico ;
e, incluso, pienso como él ha pensado, estoy en todo de acuerdo con
él.. Lo cierto es que en su actividad se mostró mucho más
flexible que Gregorio VII, incluso mucho más conciliador para encontrar
un compromiso, sabiendo adaptarse a circunstancias cambiantes.
Cuando fue elegido la situación para él era muy
delicada. En el tardío otoño de 1088 fue a Roma y fue confinado
en la Isla Tiberina donde se mantuvo gracias a las limosnas de los romanos,
ya que todo Roma estaba en poder del antipapa Clemente III. En este momento
el antipapa convocó un gran sínodo con decisiones contra la
simonía y el nicoalismo, ya que los papas imperiales no estaban contra
la reforma sino contra una tensión con el emperador, queriendo colaborar
con Enrique IV.
El emperador Enrique IV realizará una marcha militar
en Italia en 1090 para hacer reconocer definitivamente a Clemente III que
era el papa imperial. Otro motivo para esta marcha fue el querer llevar a
cabo una acción contra Matilde de Canosa, la más fiel seguidora
de Gregorio VII y que seguía todas las directivas de Urbano II. Se
producirá un asunto extraño, ya que a sugerencia del papa la
viuda Matilde, de 43 años, se casará en 1089 con un joven de
18 años llamado Güelfo V, hijo del Duque de Baviera. El matrimonio
se llevó a cabo por motivos políticos, pareciéndole
muy peligroso a Enrique IV, ya que facilitaba la unión de sus adversarios
en Italia y en la alta Alemania. Esta alianza fue el motivo del apoyo de
Urbano II.
La campaña militar de Enrique IV no tuvo mucho éxito
debiendo retirarse hacia el Po. Peor que la derrota fue que el hijo Corrado,
que heredó el trono, al que había encargado su representación
en Italia, bajo el influjo de la condesa se separó del propio padre
renegándolo. Será coronado como rey de Italia por el arzobispo
de Milán. En abril de 1095 entrará en Cremona con Urbano II
y presta al papa el famoso Officium fratoris, (el deber de llevar al papa
en un cierto tramo en el caballo blanco del papa?).
Cuando se rompe el matrimonio de Matilde con el joven Güelfo
en 1095 Enrique IV ya puede respirar tranquilo. Corrado no encuentra acogida
en Alemania, por lo que su padre le retira el derecho de sucesión
en una dieta celebrada en Maguncia, siendo designado como sucesor su hermano
Enrique V (1098).
La posición de Urbano II mejoró. Desde 1093 su
residencia estaba en Roma, mientras que Clemente III había abandonado
la ciudad en 1092. A partir de ahora podemos evidenciar dos aspectos de la
actividad de Urbano II: a) reconocimiento del primado pontificio; b) promoción
del nuevo movimiento religioso, no sólo del monacato en un sentido
estricto, sino también de vida como canónigos regulares.
La iniciativa papal de 1095 sobre la primera cruzada, forma
parte de su objetivo de dar a conocer en toda Europa y en toda la cristiandad
el primado pontificio. Por otro lado el papa era bastante flexible en el
reconocimiento de la ayuda del conde Rugero I de Sicilia, concediéndole
en 1094 un privilegio sensacional, en el cual se afirmaba que sin la voluntad
del monarca ningún enviado papal será enviado en Sicilia, lo
cual suponía un reconocimiento de la autonomía de la iglesia
de Sicilia. La consecuencia de este privilegio, llamado Monarchia sicula,
cuya vigencia llegó hasta 1864.
Mientras que el papa pudo extender su influencia en Italia y
España, que se ve sobre todo en el Sínodo de Clermont (1087),
incluso en Inglaterra y Francia, no consiguió atraer a los partidarios
de Clemente III de Alemania, siendo este pontificado el punto más
bajo de la influencia del partido gregoriano en Alemania. Por otro lado la
caída de Clemente III era imparable.
Urbano II el 27 de noviembre de 1095 proclamó en Clermont
la primera cruzada, decisión que revolucionó la historia medieval
no sólo eclesiástica sino civil. El papa morirá en 1099
y su adversario Clemente III en 1100.
Tras la muerte de los dos contrincantes se presentaba la posibilidad
de tratar con el sucesor de Urbano, Pascual II (1099-1118), pero no era un
diálogo fácil. El emperador mantenía como derecho propio
la investidura de los obispos, sin querer ceder.
En el sínodo de Cuaresma de 1102 Pascual II renovó
la condena de las investiduras y la excomunión del emperador y su
séquito. A causa de ello el emperador, en una carta al abad Hugo de
Cluny, declaraba querer reparar el daño que había hecho a la
Iglesia y encontrar una solución, añadiendo que tras la restauración
de la concordia partiría hacia Jerusalén. En 1103 anunciará
abiertamente su decisión, declarándose una paz por cuatro años.
Se producirá una rebelión del segundo hijo del
emperador, Enrique V, contra el propio padre, lo cual provocará un
cambio total de la situación. Enrique V capturará a su padre
y le obligará a abdicar. Delante de una asamblea de príncipes
el 31 de diciembre de 1105, el rey declarará su propia dimisión.
Poco después Enrique V es coronado en presencia de dos legados pontificios.
Enrique IV morirá en Lieja (Bélgica), donde se había
refugiado tras escapar de la prisión en que le había encerrado
su hijo, el 7 de agosto de 1106. Poco antes de morir manifestó el
deseo de ser enterrado en la catedral de Speyer (Renania), pero el hijo no
lo permitió por haber muerto excomulgado. Será en 1111 cuando
el papa Pascual II concederá al emperador difunto una sepultura cristiana.
El siglo XIX verá en Enrique IV a un monarca laico que
luchó contra las pretensiones de la Iglesia; hoy se subraya su profunda
religiosidad avalada por las ricas donaciones hechas a la Colegiata de Speyer.
Enrique pensaba que estaba defendiendo la antigua concepción sagrada
del rey, mientras que las concesiones que fue haciendo condujeron a una desacralización
de la dignidad real en toda Europa.
La relación del emperador con el papado será tensa
al comienzo, ya que Enrique V continuaba distribuyendo investiduras con anillo
y bastón pastoral, pero sin ningún tipo de simonía.
Mientras que el papa, conforme a los cánones, había procedido
repetidamente contra los obispos alemanes que habían obtenido la investidura
de parte del rey, no había realizado ningún procedimiento contra
el propio rey. El arzobispo Anselmo de Canterbury manifestó al papa
su sorpresa al respecto afirmando que .si se toleraba en Alemania el derecho
de investidura, también su rey, el rey inglés, lo pretendería
de nuevo.. El papa Pascual II le explicará que .no había tolerado
ni lo quería tolerar en el futuro ninguna investidura., añadiendo
que .si el rey perseveraba por el mal camino de su padre, sería dañado
por la espada de S. Pedro que ya había empezado a desenvainar.. Son
palabras fuertes, pero no sólo palabras, ya que no hará nada
contra Enrique V.
Una clarificación de la situación no se producirá,
ni siquiera cuando Enrique, a finales de 1109, envió una embajada
a Roma para hacer preparativos de un posible viaje suyo para la coronación.
Era inevitable una clarificación por parte del papa. De suyo la distinción
entre el campo espiritual y temporal de los obispos estaba ya realizada como
posibilidad de compromiso, con antecedentes en Ivo de Chartres (1097), en
el publicista anti Clemente III, el obispo Guido de Ferrara, el cual en 1096
había limitado la investidura a los bienes temporales hablando, en
este contexto de los regalia en su escrito De cismatae Ildebrandi (MGH LL
1, 564ss). De parte imperial debemos citar al publiciusta benedictino Giberto
de Gembloux que en una pericia de 1109, De investidura episcoporum, escrito
que tuvo su influencia en las discusiones entre Enrique y la Curia Romana.
No estaba aún resuelto todo cuando Enrique, en agosto
de 1110, comienza su expedición a Roma para la coronación imperial.
Frente a la potencia imperial con su ejército, al papa Pascual sólo
le queda o mantenerse inflexible con respecto a las investiduras, con el
peligro de nuevas luchas, incluso de un nuevo cisma, o hacer al rey propuestas
que le ofreciesen la posibilidad de renunciar a su derecho de investidura.
El papa se decide por hacer propuestas concretas al rey.
Cuando en las negociaciones para la coronación imperial los
embajadores imperiales rechazaron la propuesta de renuncia a las investiduras,
Pascual hace una propuesta inesperada afirmando que en el momento en que
el rey renunciase a las investiduras le serían restituidos, por parte
de la Iglesia, todos los derechos soberanos y todos los bienes del imperio
devueltos por él a la Iglesia y por sus predecesores; la Iglesia se
quedaría tan sólo con los ingresos provenientes de las décimas
y de las donaciones voluntarias de los fieles, además de otras posesiones
que estaban libres del feudo imperial.
Fue una propuesta radical y revolucionaria, que fue fijada en
un tratado en el que se definió el término regalía:
ciudades, ducados, marquesados, condados, derecho de acuñar moneda,
derechos de aduana, mercados, abogacías imperiales, jurisdicción
menor, servicio militar, castillos,...
Para el Papa significó la liquidación del sistema
otoniano del imperio sálico de la Iglesia, la unión entre iglesia
imperial e imperio. Para el rey supuso un aumento de poder inmediato en la
relación con los príncipes y su política territorial.
Los tratados fueron concluidos el 4.II.1111 en la iglesia de
Santa María in Turri, situada delante de la Iglesia de San Pedro.
El 9.II.1111 Enrique V sancionó el tratado en Sutri con un solemne
juramento. El 12 de febrero se fijó la coronación en San Pedro,
durante la cual se leyeron los dos documentos del tratado, produciéndose,
por parte de los príncipes eclesiásticos y seculares presentes
en la Basílica, una protesta enorme que impidió su realización.
Los obispos protestaron mucho por no querer perder su posición de
príncipes del imperio; también los príncipes laicos
se sintieron amenazados por la pérdida de sus feudos eclesiásticos,
ya que eran en parte vasallos de los obispos, temiendo, en general, el aumento
del poder del emperador. Los propios interesados, sobre todo los obispos,
no habían sido informados antes.
El acuerdo era fallido y por ello el emperador hace prisionero
al papa. Todo Roma se levantó en un gran tumulto, tras violentos combates
el emperador debe dejar Roma perfilándose la amenaza de un nuevo cisma.
Tras dos meses de prisión, el papa, sin esperanza de encontrar ayuda
en los normandos, se somete a las exigencias de Enrique V. Se discute entre
los historiadores si todo esto no fue un montaje de Enrique V, pero no hay
fuentes sobre el particular.
Se realizará más tarde el Tratado de Ponte Marmolo,
cerca de Tivoli, el 11.IV.1111, con el cual el papa consentía al rey
el derecho de investidura con anillo y bastón pastoral, antes de su
consagración, pero siendo elegidos sin simonía; los que no
fueran investidos por el rey no podían obtener la consagración.
Pascual promete expresamente no molestar nunca más al rey por las
investiduras, ni de excomulgarlo en ningún caso. 16 cardenales convalidarán
con su juramento el tratado y promesa papal.
Enrique V accedió entonces a la liberación del
papa y de los demás presos, asegurando el reconocimiento del pontífice
y de la protección de las posesiones de la iglesia romana. De este
modo el 13.IV se producirá la coronación de Enrique V de manos
del papa Pascual II. Enrique podía, por tanto, considerarse vencedor
y creer tener asegurado el derecho de investidura sin ninguna limitación,
como lo había tenido antes su padre, Enrique IV. Por tanto fue una
completa capitulación del papa en este asunto.
Lo cierto es que era sólo una aparente victoria. El privilegio
conferido por el papa fue rápidamente contrarrestado en Italia y Francia
y la posición del papa se hace muy penosa. El sínodo lateranense
de marzo de 1112 habló abiertamente de un pravilegium y lo rechazó
como conseguido por la fuerza. El papa había prometido no excomulgar
nunca más al rey, queriendo cumplirlo. En septiembre de 1112 en un
sínodo de Vienne (Francia), bajo la presidencia del Arzobispo Guido
excomulgó al emperador y el papa calla, no contradice. Esta decisión
no afecta al rey que continuará con la práctica de las investiduras
con anillo y bastón pastoral.
El emperador, a pesar de los grandes problemas que tenía
con los príncipes, en marzo de 1116 llegará a Italia. Esta
visita no perseguía un acuerdo con el papa, sino un asunto financiero,
ya que en 1115 había muerto la condesa Matilde y él podía
disponer de los bienes que había recibido de ella, y sobre todo disponer
de las ricas y extensísimas propiedades de la condesa en base a una
estipulación redactada en 1111 entre él y la condesa, en la
que donaba todo al emperador. Afortunadamente la condesa había prometido
todos sus bienes en 1080 y en 1102 a San Pedro. A partir de aquí surgirá
toda una disputa sobre quién es el auténtico heredero de la
condesa, el emperador o el papa. En esta lucha judicial estará en
el bando del emperador el célebre jurista de Bolonia Irnerio, siendo
la primera vez que se produce una relación entre un conocedor del
Derecho Romano y el Imperio.
Durante la estancia de Enrique en Italia muere el papa Pascual
II (+21.I.1118). Instigado por sus partidarios y aconsejado por Irnerio,
Enrique cometerá una equivocación nombrando un antipapa para
obtener la confirmación de su derecho de investidura, prestándose
para ello el arzobispo Mauricio de Braga con el nombre de Gregorio VIII.
La posición de Gregorio será muy débil desde el comienzo,
no pudiéndose afirmar contra su legítimo rival, el papa Gelasio
II, siendo burlado en Roma como .asno. (burginus).
Gelasio II tiene que huir a Francia y muere en Cluny (+enero.1119).
En Cluny será elegido su sucesor, el arzobispo Guido de Vienne, un
gregoriano intransigente de los más radicales, tomando el nombre de
Calixto II. Provenía de la alta nobleza europea, emparentado con el
rey de Francia e Inglaterra y con el emperador, siendo el primer canónigo
regular en legar a papa.
A pesar de sus antecedentes gregorianos, Calixto se mostró
pronto favorable a tratar con el emperador, cosa que se podía permitir.
El camino hacia el acuerdo no era fácil. El primer paso lo dará
la parte imperial en junio de 1119; una dieta de los príncipes del
imperio de Maguncia, pide con energía un acuerdo entre el emperador
y el papa Calixto II, reconocido como legítimo.
En septiembre comenzaron nuevos tratados con Francia como intermediaria,
destacando la labor del abad de Cluny, en los cuales se propone al emperador
una renuncia a las investiduras a cambio de que las iglesias imperiales deberían
prestar como siempre el servitium regis. La estipulación del contrato
estaba previsto en Mouzon en octubre de 1119 en un encuentro personal entre
el papa y el emperador; de suyo ambos se encaminaron hacia el lugar. El papa
interrumpió un sínodo en Reims. En el último momento
la parte papal tiene sus dudas temiendo que Enrique pudiese interpretar este
acuerdo en el sentido de las propuestas de 1111. Se cree que el papa quisiera
obtener del emperador también una renuncia al rito de las investiduras,
lo que el emperador rechazó sin consultar a sus príncipes.
Las cosas no estaban aún maduras y el encuentro de Mouzon no tiene
lugar.
El Papa vuelve a Reims y el sínodo repite la excomunión
del emperador y del antipapa burginus. A pesar de todo Mouzon no era un fallo
total, los contratos preparados sirvieron a la formulación del acuerdo
final de paz del Concordato de Worms de 1122.
En 1120 Calixto II puede entrar en Roma desde donde se trasladará
a Italia Meridional donde recibe el juramento de vasallaje de los normandos,
del duque Guillermo II de Puglia, del príncipe Giordano de Capua y
de los barones y capitanes normandos de aquella zona. Pude rescatar de las
manos de los partidarios del antipapa la Basílica de San Pedro. Las
peticiones de ayuda por parte del burginus a Enrique V no son escuchadas.
En 1121 el antipapa, que se había retirado en Sutri, tiene que rendirse
a Calixto II, siendo conducido a Roma desde donde es retirado a la abadía
de Cava donde fue hecho prisionero bajo estricta vigilancia. Era el fin del
cisma.
En septiembre de 1121 una asamblea de paz convocada en Alemania
reunió a los príncipes como representantes del reino teutónico,
los cuales obligaron a Enrique a realizar un contrato oficial con Calixto
II. De suyo el papa estaba dispuesto a un acuerdo enviando a Alemania a 3
cardenales: Lamberto de Ostia, Saxo de San Esteban Rotondo y Gregorio del
Santo Angel. Las discusiones comenzaron en Worms el 8.IX.1122 hasta el 23.IX
con la promulgación del compromiso alcanzado llamado el Concordato
de Worms, que consta de dos documentos: una imperial (Enriciano) y otro pontificio
(Calixtino).( el Enriciano se encuentra en el ASV en original). Ambos documentos
no son idénticos (se pueden consultar en gato).
El Pactum Enrici va dirigido, tras una mención al papa
Calixto II, a Dios, a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y a la Iglesia
en general. El rey declara que renuncia a las investiduras con anillo y bastón
pastoral, concediendo elección canónica y consagración
libre. Estaba firmado por un número considerable de grandes eclesiásticos
y seculares ; estas firmas son importantes ya que nos hablan de que no sólo
el emperador representa al imperio sino que lo hace juntamente con los príncipes,
siendo así un Concordato también de los príncipes. Es
importante comprobar como faltan las firmas de los príncipes de Sajonia,
uno de los ducados más importantes del imperio, ya que ningún
obispo o príncipe de esta zona estaba presente en Worms.
En el documento Calixtino observamos lo siguiente:
· Se menciona sólo como
destinatario a Enrique V, no se habla ni del imperio, ni de los sucesores
de Enrique V.
· El papa concede para las iglesias
del reino Teutónico la elección en presencia del emperador,
sin simonía ni violencia.
· En el caso de una doble elección
el rey debía dar su consentimiento a la pars sanio, que era decidida
por el metropolitano y los sufragáneos.
· El problema de las regalías
se resolvió de dos formas: en Alemania se hacía antes de la
consagración, en Borgoña y en Italia dentro de los 6 meses
tras la consagración; en ambos casos la investidura no se hará
con el anillo y el bastón pastoral, sino con el cetro, y todos los
obispos estaban obligados a realizar un homenaje de vasallaje hacia el rey.
El Concordato de Worms puede ser valorado de esta manera:
· Significa el fin formal del
sistema otoniano-sálico de la iglesia imperial, el cual se basaba
en la dignidad sagrada del rey y del emperador ungido, que había sido
atacado con fuerza por Gregorio VII.
· La distinción entre bienes
temporales y espirituales se sanciona definitivamente.
· El Concordato de Worms no fue
una victoria de los gregorianos, su ideal iba mucho más allá
soñando con una completa libertas Eclesiae del poder laico. Muchos
gregorianos no vieron en el Concordado la paz definitiva tras la larga lucha,
sino sólo una tregua. El hecho de que el Calixtino tenía sólo
como destinatario a Enrique V, no a sus sucesores, parecía confirmar
esta teoría, pareciéndose al del Concordato de Westminster
de 1107, que tampoco agradaba a todos los gregorianos.
· El Concordato equiparaba los
prelados a los príncipes seculares, de modo que prelados y grandes
abades pudieron participar en el proceso que se estaba desarrollando de formar
principados territoriales, que será una característica de la
constitución de Alemania hasta la gran secularización del 1803.
· En Alemania la influencia del
rey o del emperador sobre las elecciones canónicas permanece intacto;
en Borgoña e Italia, por el contrario, el emperador tenía menos
posibilidades de influir en las elecciones de los obispos. El conflicto de
Gregorio VII y Enrique IV había comenzado en Italia a causa de las
pretensiones del emperador sobre las iglesias imperiales en el reino de Italia.
Ahora el Concordato de Worms manifestaba que el imperio había perdido
esta lucha, al menos en Italia.
· A pesar de su carácter
provisional el Concordato de Worms ha permanecido en vigor durante siglos.
Es cierto que papas y emperadores han intentado cambiarlo en beneficio propio
a lo largo de los siglos, pero al final han tenido que volver la texto original.
No fue una tregua son una paz.
En una Dieta de Wamberga celebrada en noviembre de 1122 ha ratificado
el tratado por la parte imperial. Por parte de la Iglesia se realizará
en 1123 en el I Concilio Lateranense, que supuso la conclusión de
las luchas reformadoras de la época gregoriana. A los ojos de los
gregorianos el Concordato era una traición, insuficiente totalmente.
Podemos comprobarlo en la obra de Gerhoh di Reichersberg.
2.7. LA NUEVA CRISTIANDAD: LOS PAISES DE EUROPA ORIENTAL, ESCANDINAVIA.
Común a todos aquellos países es el nexo entre
cristianización y formación de la propia nación, del
propio estado. En estos países regía el principio de la misión
desde arriba que comenzó en el siglo X.
El único estado con una tradición cristiana más
antigua es Bohemia. Sus tribus fueron convertidas al cristianismo en el siglo
IX, simultáneamente a un proceso de centralización del poder
político en la familia de los Premislidi que tenían su centro
en Praga. Tras la caída del reino Moravo, a finales del siglo IX,
para la formación de una mentalidad bohemia será decisivo el
martirio del duque Wenceslao (+929-935), que pertenecía a la familia
de los Premislidi. El culto de Wenceslao ya está testificado en el
siglo X, llegando en el XI ha ser el símbolo de la identidad de la
nobleza y del clero bohemio juntamente con el monarca. La organización
eclesiástica de Bohemia comienza en el siglo X con la erección
de la diócesis de Praga. En la práctica Bohemia era en gran
medida dependiente del imperio.
En Hungría la estirpe de los Artariu intentó,
tras aceptar el cristianismo latino, una base sagrada para su dominio encontrándola
en el primer santo rey Esteban (+1038). Bajo la iniciativa del rey Ladislao
I, Esteban fue canonizado (1083), junto a su hijo y sucesor Emerico y el
obispo misionero Gerardo de Csanád. Como otros reyes de las primeras
generaciones cristianas de estos países (Vladimir de Kiev, Olaf de
Noruega, Canuto de Dinamarca) también San Esteban se transforma en
el patrono y protector de su nación. Esteban había organizado
la iglesia húngara como sede metropolitana independiente del imperio.
Colonos alemanes traídos por Esteban hicieron más fuerte la
influencia cristiana en Hungría. La potencia del paganismo fue totalmente
destruida por el rey Vela I (1061-1073), aunque el paganismo permaneció
por largo tiempo en los usos del pueblo. El papa Gregorio VII hizo valer
el derecho de vasallaje de la Sede Apostólica sobre Hungría.
También para Polonia la cristianización fue más
bien un proceso de algunas generaciones. Es cierto que el bautismo del duque
Niesco I (976) es una fecha importante, aunque sólo constituye el
comienzo de la cristianización. En el 1000 se dará una organización
metropolitana con Gniezno como sede arzobispal. Pero la crisis de la dinastía
en los años 30 del siglo XI destruyó incluso a la Iglesia,
dándose un avance del paganismo. Bajo el rey Vladimir I con la ayuda
de loa alemanes vendrá retomado el cristianismo tras el 1040, llevándose
también a cabo la organización eclesiástica. Con Boleslao
III (1102-1138) había 8 diócesis bajo el arzobispo de Gniezno
y algunas abadías. Hasta comienzos del siglo XV la iglesia polaca
estará íntimamente unida a la dinastía de los Piasta.
Con respecto a los Países Escandinavos comenzamos con
Dinamarca, primer país eslavo cristiano. La misión cristiana
en Dinamarca empezará con los carolingios y el emperador Ludovico
el Pío, hijo de Carlomagno. Debemos mencionar sobre todo a S. Adgario
(+865), .Apóstol del norte.. Lo cierto es que la cristianización
sólo se consigue en el siglo X teniendo buena parte el arzobispado
de Amburgo-Bremen, centro de la cristianización de Dinamarca. El rey
Canuto el grande (+1035), al mismo tiempo rey en Inglaterra y Noruega, un
reino bautismo, favoreció con todos los medios a la Iglesia siendo
ayudado en este proceso por misioneros anglosajones. El potente arzobispo
Adalberto de Amburgo-Bremen (1043-1072) intentó transformar su territorio
en un patriarcado del norte; a causa de la oposición de Roma sólo
lo consigue parcialmente debiendo confirmarse con la dignidad de legado y
vicario papal. En 1104 Lumut es erigida en sede metropolitana para Dinamarca,
Suecia, Islandia y Groenlandia, separándose así de Amburgo-Bremen.
En Suecia S. Adgario había predicado sin muchos resultados,
no dándose resultados positivos hasta el siglo XI. El centro del cristianismo
se sitúa en el sur del país en Gotteland (el país de
los godos). Podemos constatar influjos anglosajones, pero sobre todo alemanes,
provenientes de Amburgo-Bremen. Hacia el 1120 el reino de Suecia tenía
6 obispados. En 1164 la diócesis de Upsala se transforma en sede metropolitana
para toda Suecia.
Más intensa fue la cristianización de Noruega.
Al final del IX el rey Olaf (1014-1030), llamado después .el Santo.
puso la base para una cultura cristiana en Noruega, sobre todo con ayuda
de misioneros anglosajones, llegó incluso a declarar al cristianismo
como la única religión legítima en Noruega, recurriendo
incluso a medios violentos contra los paganos. También comenzó
la organización eclesiástica. Al morir Olaf en una batalla
contra los jefes rebeldes y Dinamarca (1030), el pueblo noruego lo veneró
pronto como un santo nacional.
En el XI tenía 5 y más tarde 6 diócesis
sin una sede episcopal, al ser una país de campesinos; al comienzo
todas las diócesis dependían de Amburgo-Bremen, tras el 1104
dependerán de Lumut. Económicamente era una iglesia que dependía
masivamente del rey. En 1152 se erigirá una propia provincia eclesiástica
con sede metropolitana en Trondheim. También en Noruega el cristianismo
fue durante mucho tiempo muy superficial, sólo un barniz sobre una
realidad pagana a veces cruel, con venganzas de sangre y estrangulamientos.
La ley del celibato eclesiástico se fue introduciendo lentamente después
del siglo XIII.