NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE MAIPÚ
CHILE

Nuestra Señora del Carmen de Maipú

   La advocación mariana de la Virgen del Carmen es una tradición católica traída desde España a América en 1595 (o 1680) por los hermanos agustinos, quienes trasladaron consigo la primera imagen. Durante el proceso de emancipación nacional, la figura fue instaurada históricamente como la «Patrona de Chile». José de San Martín, general del Ejército Libertador, proclamó que la Virgen del Carmen recibía el título de «Patrona del Ejército de los Andes» y Bernardo O'Higgins la denominó como «Patrona y Generala de las Armas Chilenas» en las vísperas de la batalla de Chacabuco.

   Las principales imágenes que se veneran corresponden a la ubicada en el altar de la Parroquia del Sagrario, que fue tallada en Francia en el siglo XIX, y otra que se encuentra en el altar mayor del Templo Votivo de Maipú, tallada en Quito en 1765.

   En la comuna de Maipú se halla un templo votivo en homenaje por la victoria decisiva en la batalla de Maipú, donde los chilenos consiguieron la independencia de España y posteriormente, en 2007, se estableció como feriado el 16 de julio, declarado como el «día de la Virgen del Carmen».

   La devoción de la Virgen del Carmen es originaria del Monte Carmelo, en la ciudad de Haifa (Israel). Debido a la presencia del mar Mediterráneo y las relaciones interculturales entre Europa y la región Palestina, la devoción se extendió por Europa gracias a la Orden de las Carmelitas.

   Existen algunas controversias acerca del año en que llegó la Virgen del Carmen a Chile debido a la inexactitud, la extensión territorial y las diversas metodologías de evangelización que se desarrollaron durante el período de conquista en el país. Algunas fuentes indican que los misioneros agustinos la introdujeron en 1595, mientras que otras fuentes sitúan el hecho casi cien años más tarde, en 1680, pero a pesar de esta contradicción, no hay duda de que se introdujo la devoción gracias a los agustinos.

   Las inexactitudes en la fecha se deben a que en el norte de Chile se comenzaban a manifestar las primeras festividades paganas con orígenes cristianos, al celebrarse las Fiestas de La Tirana en honor a la Virgen del Carmen a inicios del siglo XVI. Mientras que hacia 1640 se fundó en Concepción, al sur de Chile, la Cofradía de la Virgen del Carmen, por lo cual esta divergencia histórica hace difícil situar el origen de la advocación.

   La expansión de la creencia se dio gracias a que se asoció fuertemente a los militares.[1] Este rol se notó mayormente en la zona de Concepción, que era considerada como la frontera del dominio español y se vivían constantes batallas con los mapuches, por lo que los militares se encomendaban especialmente a la Virgen del Carmen. Sin embargo, esta no fue la principal advocación del Chile colonial, sino la Virgen de la Merced.

   En el proceso revolucionario, el Ejército Libertador, conducido por José de San Martín, escogió como protectora y patrona de la liberación de América a la Virgen del Carmen y le juró fidelidad. El 5 de enero de 1817, San Martín le entregó su bastón de mando como ofrenda para alcanzar la victoria libertadora en el subcontinente. Por su parte, el 11 de febrero, Bernardo O'Higgins, entonces general del ejército chileno, proclamó a la Virgen del Carmen como «Patrona Generalísima de las Armas de Chile». Este último suceso es parte de la tradición católica sin que se pudiese comprobar la veracidad de la versión histórica.

   A pesar de la victoria en la batalla de Chacabuco, el ejército realista se encontraba muy próximo a la ciudad de Santiago, por lo cual O'Higgins decidió reunirse en la catedral e implorar la protección de la Virgen del Carmen para obtener la victoria definitiva sobre las fuerzas de la corona española. Por ello, el 14 de marzo de 1818, junto a las autoridades religiosas realizaron un acto de plegaria donde imploraron la protección del cielo. Además, formularon en el mismo acto el voto de erigir un templo a la Virgen del Carmen en el lugar en que se decidiese la batalla favorable a la independencia de Chile. La victoria definitiva ocurrió el 5 de abril en la explanada de Maipú, donde el Ejército Libertador y las fuerzas chilenas lograron derrotar al ejército realista para proclamar la independencia del país.

    Dentro de la historia chilena se duda de este último suceso debido a que se presume que el documento no existe. Sin embargo, dentro de las primeras discusiones del Congreso Nacional, consta la existencia de cartas entre el Senado de la época y el director supremo, O'Higgins.

   Durante el conflicto entre Chile, Bolivia y Perú, los soldados chilenos se encomendaban a la Virgen del Carmen, tanto los oficiales del ejército como los soldados. La mayor parte de la tropa que participó en las diversas fases de la guerra llevaban consigo el escapulario del Carmen, al igual que la población civil. Tras la declaración de guerra de la Confederación Perú-Boliviana, la iglesia católica prestó servicios relacionados con la salud y alivio espiritual de los combatientes. De acuerdo a la narrativa relacionada con el conflicto bélico, se estableció que «la posesión del escapulario, medallitas e imágenes les daba a los soldados el valor para salir a batallar, estos elementos materiales significaron una mayor cercanía a la figura materna y protectora que tanto necesitaban». Uno de los casos notables de su uso fue protagonizado por Arturo Prat, quien días antes del combate naval de Iquique, le escribió a su tía que la noche del embarque de los marinos en la corbeta Esmeralda recibieron el escapulario del Carmen para la protección en la batalla. Después del combate, los marinos peruanos, al revisar al caído Prat, encontraron el escapulario en medio de sus prendas, según consta el inventario entregado al capitán del monitor Huáscar, Miguel Grau.

   Después de la Guerra del Pacífico, el General Manuel Baquedano entregó en las manos de la imagen de la Virgen del Carmen su espada entre grandes aclamaciones de las personas reunidas. Según una conversación entre él y el deán de la Catedral de Concepción, Baquedano agradeció a la Virgen del Carmen por la victoria en la guerra.

  A pesar de que se denominó históricamente a la Virgen del Carmen como patrona o generala de los ejércitos de Chile, este título no fue otorgado canónicamente por la Santa Sede, por lo que quedó relegada a protectora de los ejércitos de Chile y Argentina. Sin embargo, en el Congreso mariano de 1918 se determinó que el objetivo era declarar a la virgen como «Patrona de Chile» por el vínculo histórico que posee el país con esta advocación mariana. De este modo, el 24 de octubre de 1923, mediante un decreto vaticano emitido por el papa Pío XI, se autorizó a los chilenos a denominar a esta advocación como «Patrona de Chile». En el texto se declaró: «a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a los principales patronos de los lugares por derecho competen».

   El juramento de patronato canónico se realizó el 8 de diciembre de 1923 en la plaza de Armas de Santiago y fue presidido por monseñor Rafael Edwards. Esta fecha concuerda con el día de la Inmaculada Concepción, que es otra fiesta mariana importante de la religiosidad en Chile.

   La coronación de la Virgen del Carmen se llevó a cabo tres años después y se coronó a la imagen que se veneraba en la Basílica del Salvador. Este acto fue presidido por monseñor Aloisi Masella, especialmente enviado por el papa para la ocasión. De acuerdo a relatos presenciales, se estimó que la concurrencia fue de cerca de medio millón de personas en el parque Cousiño. Según las crónicas históricas, el parque se llenó de colores, flores y las multitudes se centraban en la imagen.

En 1987, durante la visita de Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de la Virgen del Carmen que se encuentra en el Templo Votivo de Maipú.

Página Principal
(Samuel Miranda)