NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT
27 de abril

Nuestra Señora de Montserrat

Oraciones

Oración 1

   Hermosísimo lucero de original inocencia, de virginal pureza y singular santidad; esperanza cierta de cuantos en este valle de lágrimas gemimos bajo el peso de la culpa o de la pena y que para manifestarnos, patrona clementísima, enriqueciste de brillantes el trono majestuoso de tu Montserrat, haciéndolo, por lo elevado que es entre los demás montes, símbolo de tu eminencia en virtudes, gracias y privilegios sobre todos los santos y coros angélicos, difundiendo sobre tus hijos los rayos propicios de tus misericordias: dígnate a admitir el corto obsequio, que a mayor gloria de Dios y exaltación de tu grandeza, humildemente rendido te ofrezco en esta oración, a impulsos de mi gratitud a las finezas que por tu sagrada imagen he recibido.

   Que para mí sean tus luces fomento de virtudes y extirpación de vicios; alumbren mi entendimiento, inflamen mi voluntad y purifiquen mi corazón; halle por ellas en las tribunales consuelo, en los peligros amparo, en las tentaciones victoria, y remedios en todos los males. (haga aquí en silencio la petición).

   Concédeme también, piadosísima Madre, la gracia particular que te pido, si conviene para gloria de Dios y tuya y bien de mi alma. Amén.

Oración 2

   Dulcísimo imán de las almas, que al llevar para su iglesia el piadoso clero y pueblo manresano esa milagrosa imagen, hallada allá abajo en la cueva, la hiciste inmoble en ese mismo sitio de Montserrat donde hoy honrada, al pie de encumbradas peñas que hacen resaltar más y más la piedad que tan abundantemente por medio de esa misma imagen, antes venerada en San Justo de Barcelona, derramaste en el corazón del patriarca San Pedro Nolasco, hinchándole de aquella ardiente caridad que hizo se congregase enteramente a libertar a los miserables cautivos.

   Te pido, Madre mía, que me alcances de tu hijo Jesús el que por medio de la devoción a ti en esta santa imagen, de tal suerte crezca en mi corazón la caridad de Dios y del prójimo que, como aquel santo, ya con el buen ejemplo, ya con fervorosas oraciones, ya con amonestaciones amorosas, trabaje por libertar de su cautiverio a los pecadores, especiealmente a los blasfemos y reducirlos a que se consagren enteramente al servicio de Jesús tu hijo y de ti la mejor de todas las madres, para que no siendo en mi estéril la caridad que digo profesar a mis hermanos, merezca el galardón a ella prometido en la eternidad. Amén.

Oración 3

   Tu permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a tu altar sagrado. A él vengo, celestial maestra, para que me instruyas; a él corro, bondadosa Madre, para que me consueles; a él me refugio, abogada poderosísima, para que me protejas. Todo lo eres, Señora, para el pueblo cristiano y para esta pobre alma: luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enséname con el ejemplo de tu vida , especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortaleceme con la divina gracia que benevolentemente me alcanzarás de tu Hijo Jesús; consuélame y acaríciame con las dulzuras de tu culto y amor, singularmente en tu devoto mes. (Se hace una breve meditación sobre la vida o excelencias de María y se hace la petición).

   Ahora saludemos fervorosamente el nombre suavísimo de nuestra divina Madre con las siguientes jaculatorias y Avemaría:

1.- Madre amantísima, en todos los instantes de mi vida acuérdate de mí, pobre pecador. (Ave María).
2.-Rea de Dios y Tesorera del cielo, concédeme abundantes gracias para detestar y llor ar mis pecados (Ave María).
3.-Reina de los Cielos y tierra, sé amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos  (Ave María).
4.-Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcánzame lo que te pido para mi salvación (Ave María).
5.-Abogada mía y refugio mío, ampárame en el trance espantoso de la muerte y ábreme las puertas del cielo (Ave María y Gloria). (Se ofrece la flor espiritual de cada día).

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(Samuel Miranda)